Ya se conocen las caras del nuevo gobierno de la Xunta. A partir de ahora, por sus hechos los conoceréis. Alfonso Rueda mezcló renovación con continuidad y eliminó las vicepresidencias. Hasta aquí, la interpretación gruesa. Si hacemos ajustes un poco más finos, llegamos a otras conclusiones. Si se mide la nueva Xunta por el poder territorial, Ourense se lleva la pedrea con una consellería, frente a las dos que tenía antes.
Rueda ya no cuenta con Elena Rivo, que estuvo solo unos pocos meses, suficientes como para que el presidente decidiese buscar sustituto. Mantiene a José González, que pasa de Medio Rural a Emprego, Comercio y Emigración, un departamento con escaso presupuesto como para ganar influencia y peso.
Y poco más. O nada más. El presidente de la Xunta ha configurado su equipo, el que cree como el más idóneo y con el que quiere hacer viaje. Nada que objetar. Las cuestiones territoriales no han quedado bien resueltas en Ourense, aunque siempre se puede decir que lo importante son las políticas, no de dónde son quienes las aplican.
De todas formas, una vez más, queda bien claro lo poquito que se hace respetar esta provincia, quienes la representan y la sociedad civil que aquí vegeta. Perdón, que aquí vive.