El barrio de O Polvorín es uno de los que tiene un despertar demográfico sostenido en los últimos años. Se trata de un crecimiento atribuido a que se han hecho dos o tres torres de viviendas a donde la gente ha ido a vivir, más que un aumento debido a la mejora de sus servicios o que su modelo urbanístico sea verdaderamente inédito.
La gente si tiene vivienda en condiciones y puede pagarla tanto en alquiler como para adquirirla se instala en los lugares que reúnen esas condiciones. Por eso va bien O Polvorín, por eso van mal otras muchas partes de la ciudad. Es el caso del barrio de A Carballeira, que pierde efectivos, o el del casco histórico, una de las señas de identidad de la capital y que sigue perdiendo población.
Apuntemos por lo tanto que el crecimiento de algunas partes de la ciudad se debe a nuevos bloques de vivienda y el declive de otros a que están dejados de la mano de Dios.
Es decir, una ciudad que carece de proyecto, de modelo de crecimiento y de plan de urbanismo queda a merced de las casualidades. Pero si eso es lo que los ourensanos y sus representantes quieren, también se puede estudiar en las facultades como modelo de desarrollo.