TRIBUNALES

El arma que mató a Milia aún no apareció, según los peritos

Las bermudas del acusado contenían manchas de sangre con mezcla de ADN de la víctima

La tercera sesión del juicio seguido contra Alexandru Marius Luca (22 años) por matar a Tomás Milia Méndez (72 ) el 4 de octubre de 2013 se le puso de cara al acusado nada más arrancar, al volatilizarse el arma del crimen. El forense que realizó la autopsia la hizo desaparecer a los cinco minutos del inicio del plenario: "Ninguno de los cinco cuchillos analizados es el arma homicida". El servicio de Criminalística del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses realizó un estudio que así lo determinó en 2014.

Los especialistas descartan los cuatro cuchillos que portaba el acusado, Alexandru Marius Luca (22 años), en su huida, pero también quedó excluido el hallado en un contenedor, que tenía algo más de posibilidades por su morfología y dimensiones. Este último, con una longitud de 22,4 centímetros y 10,2 cm de hoja, es el que cogió de la cocina el inculpado, según las acusaciones, para matar al farmacéutico tras discutir por el precio de la relación sexual contratada. Y, aunque por sus características no puede ser descartado como el arma que produjo las dos heridas del cuello, el análisis en detalle sí lo hace. En las heridas incisas de la laringe de Milia aparecieron partículas metálicas (esquirlas) de hierro y zinc que, según explicó el forense, se desprenden cuando se clava en el cartílago del bloque cervical. Pero los cuchillos intervenidos son de hierro y cromo. 

El fiscal preguntó si las partículas de la nuez podían proceder de una cadena de la víctima que se incrustó en la herida, tal como insinuó el primer día de juicio la Policía Científica, pero el forense no pudo aclararlo porque durante la instrucción no se contempló esa posibilidad. Y, además, según matizó, "las cadenas no suelen estar hechas con esos metales".

En el mango y en el filo sí aparece sangre de la víctima, tal como revelaron los análisis genéticos. Cómo llegó allí es una incógnita para los biólogos que analizaron las muestras remitidas desde Ourense.

Pero no todas las intervenciones de los peritos de ayer beneficiaron al inculpado. La tercera sesión sirvió para apuntalar la alevosía que exige el asesinato. Este delito lo plantea la acusación particular en su escrito de calificación provisional, frente al homicidio por el que acusa el fiscal. Uno de los dos forenses colocó al agresor de Milia Méndez de espaldas a la víctima, en cuyo cadáver no aparecen signos de defensa, a la hora del apuñalamiento, con dos heridas inciso-penetrantes en el cuello -una le cortó la yugular- y otra, una vez muerto, en el abdomen. 

Para este especialista es probable que el agresor sujetara a Milia con una mano y utilizara la otra para acuchillarlo. Un ataque que, según dijeron varios peritos, no exige demasiada fuerza porque "las armas blancas si están bien afiladas entran en el cuerpo con facilidad". 

Ahora bien, la ciencia forense admite muchas probabilidades, y otro de los facultativos adujo que las contusiones que presentaba el cadáver en el pómulo o la sien pueden indicar que hubo un forcejeo previo antes del acuchillamiento. 

Por otra parte, los análisis biológicos hallaron ADN del inculpado y la víctima en dos muestras de tela con manchas rojizas (sangre) obtenidas en las bermudas que llevaba el primero el día de los hechos. 

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