Un cura de Avión acusado de un delito sexual: “Solo le di catequesis”

El cura de Avión Pablo Serafín E.D. no perdió el tratamiento de “don” sentado en el banquillo de los acusados. Solo la víctima, que hoy tiene 25 años, se refirió a él como “ese señor”. El mismo señor que, según el denunciante, le realizó tocamientos en una especie de catequesis exprés para él solo porque se había quedado rezagado al llegar al pueblo desde Venezuela. Tenía 10 años y las clases se trasladaron a la casa rectoral de Abelenda, en donde vivía el sacerdote, que actualmente no ejerce ya que fue apartado cautelarmente por el Obispado de Ourense del ejercicio del ministerio sacerdotal. Pablo Serafín está acusado de abusos sexuales, un delito por el que la fiscal reclama una condena de dos años de cárcel y la acusación particular eleva a tres, además de 10.000 euros de indemnización y un alejamiento durante cinco años. En el juicio de este viernes, que continuará el 20 de diciembre, el inculpado negó la imputación. “Lo único cierto es que le di catequesis y le hice la comunión”, aseguró. Y a la pregunta de por qué entonces cree que fue denunciado en 2016, años después cuando el joven pensó que a niños de su misma familia podría ocurrirle lo mismo, encontró una especia de móvil. “Por afán de protagonismo o un motivo económico”. La víctima niega esas razones espúreas. Las consecuencias de la denuncia, según explicó él y su familia, sólo les han reportado contratiempos. “En Abelenda somos los apestados y a mi madre, que vive allí, la tienen aislada”, aseguró una tía suya, ya que el pueblo se alineó en defensa de una figura con peso en esa comunidad. En alguno de los trabajos del perjudicado “hubo cotilleos” y, por ahora, “solo he tenido gastos” por los tratamientos psicológicos recibidos y el personamiento en este proceso. A día de hoy, continúa a tratamiento con dosis muy altas diarias de ansiolíticos. Además, es incapaz de entrar a una iglesia y la imagen de curas y monjas le perturba. “PIERNAS BONITAS” La catequesis, que dura normalmente dos cursos, fue a nivel particular porque la familia se lo pidió al párroco de Avión de favor ya que se había quedado descolgado del grupo y el niño se iba a ir a vivir a México con sus padres. El denunciante ofreció detalles muy precisos de cómo era la estancia en la que ocurrieron los supuestos abusos: desde la colocación de la mesa con sillas en la que comenzaron las primeras lecciones hasta el sillón de dos plazas en el que sitúa el roce de sus genitales con la excusa de que tenía “unas piernas muy bonitas”. En cierta ocasión, le dejó al entonces niño unos prismáticos para ver por la ventana el paisaje y se le aproximó por detrás -relató- para “acercar la ingle a mi cuerpo y bajar las manos hasta tocarme el culo”. Antes hubo “miradas lascivas” y “un lenguaje corporal que me resultaba muy incómodo”. Observaba sus piernas “y era como si se remaliera los labios”, aseguró el denunciante. LIBROS CON ORGÍAS GRIEGAS En esas clases particulares, que duraron pocos meses porque en junio de 2006 hizo la comunión, en una ocasión le recibió en calzoncillos “porque era verano y hacía mucho calor”. El inculpado lo niega. Al verano siguiente, le regaló dos libros de adultos, uno de mitología y otro de historia, con un contenido, explicó, poco apropiado. “Aparecían desnudos y se tocaba el tema de las orgías griegas”, explicó el joven. La psicóloga que compareció en el juicio corroboró que este último padece un estrés postraumático con una percepción muy negativa de sí mismo y sus circunstancias. “Carece de habilidades de afrontamiento de circunstancias vitales que le impide superar el trauma”, aseguró la especialista. Ello puede ser debido a los abusos o “a otras causas”. La defensa aprovecha este resquicio para atribuirlo a una inadaptación por el cambio de residencia (vivió en Venezuela y México).