La misa de Resurrección, con la procesión y el tradicional 'desprecio' de los políticos, cerraron ayer la Semana Santa en Ourense. Atrás quedaban tres jornadas de vigilia y religiosidad que se clausuraron en el resto de la provincia con multitud de eucaristías y procesiones. Numerosos ourensanos se congregaron en la Catedral y a lo largo de la procesión para asistir a los oficios religiosos.
En una ceremonia que por una vez no estuvo deslucida por la climatología, los fieles católicos conmemoraron la resurrección de Jesucristo con un oficio religioso en la Catedral. Previamente habían llevado -en manos de representantes de la Policía Local- la imagen de la Virgen desde la iglesia de Santa María Nai. Ya en la Catedral, realizaron el rezo de la hora sexta, antes de contemplar el Santo Encuentro entre las imágenes de la Virgen y del Cristo Resucitado.
Llegaba el momento del 'desprecio', tras la entrada en escena de la Corporación Municipal, con el alcalde, Francisco Rodríguez, a la cabeza. Se trata de una tradición bicentenaria que remite a un pleito entre el Concello y el Cabildo, a propósito de cuál de las dos instituciones tendría que reparar las deterioradas escaleras. Lo hizo la Iglesia y, cuando al año siguiente la Corporación municipal de la época intentó acceder al templo, el obispo de entonces le cerró las puertas. Desde aquel momento se le conoce como el 'desprecio', de los políticos a los sacerdotes locales. Dos siglos después, los políticos, de regreso al pie de las escalinatas de Santa María Nai, escenificaron su negativa a subir los peldaños mientras el obispo, desde lo alto, los saludó en señal de respeto, para posteriormente entrar con el templo con la Virgen.
Llegaba el momento del 'desprecio', tras la entrada en escena de la Corporación Municipal, con el alcalde, Francisco Rodríguez, a la cabeza. Se trata de una tradición bicentenaria que remite a un pleito entre el Concello y el Cabildo, a propósito de cuál de las dos instituciones tendría que reparar las deterioradas escaleras. Lo hizo la Iglesia y, cuando al año siguiente la Corporación municipal de la época intentó acceder al templo, el obispo de entonces le cerró las puertas. Desde aquel momento se le conoce como el 'desprecio', de los políticos a los sacerdotes locales. Dos siglos después, los políticos, de regreso al pie de las escalinatas de Santa María Nai, escenificaron su negativa a subir los peldaños mientras el obispo, desde lo alto, los saludó en señal de respeto, para posteriormente entrar con el templo con la Virgen.
