Jesús Silva fue un ‘revolucionario’ que no se adaptó a su tiempo, dice una experta del CSIC

Estructura de la cúpula del circo que la Ciudad de los Muchachos aún conserva en Bemposta. (Foto: Martiño Pinal)
Matilde Fernández Montes, una investigadora del CSIC y estudiosa de la Ciudad de los Muchachos en Ourense y de su fundador, concluye que Jesús Silva fue un ‘revolucionario’ pero que no supo adaptarse a tiempo.
Matilde Fernández, que investiga la Ciudad de los Muchachos, ve ‘sombras’ aunque alaba su circo wt ‘Silva decía a los niños que su padre prefirió deshacerse de ellos a hacerlo de una de sus vacas. Con ello buscaba una identificación total con Benposta’ wt HÉCTOR DÍAZ Desde finales de 2008 la investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Matilde Fernández Montes, estudia la Ciudad de los Muchachos de Benposta, un caso que considera único en el mundo por su modelo de funcionamiento, por la fuerte personalidad de su fundador, Jesús Silva, y por la creación de un circo como un modelo de vida. Matilde Fernández ha publicado ya un libro sobre el sistema socio-educativo de otra Ciudad de los Muchachos, la de Vallecas en Madrid, creada y dirigida también por un sacerdote, el padre Medina.

La investigadora considera que Silva fue un ‘revolucionario’, un hombre que perseguía la utopía y que creó Benposta en un momento en el que los sistemas sociales del Estado no funcionaban. A Benposta acudían una media de 200 niños al año para recibir una educación a la que de otro modo no podrían acceder nunca. Sin embargo, a diferencia de otras Ciudades de los Muchachos, Fernández Montes considera que ésta tenía un elevado sesgo religioso, fruto de la condición sacerdotal de Jesús Silva, y que fue una de las causas que condicionó su posterior evolución.

‘En los primeros años logró ser un modelo para otras comunidades, ya que en su interior imperaban fuertes valores morales, existía una implicación de todos sus habitantes con el proyecto y no se descuidaba el trabajo en comunidad ni en deporte’, precisa Matilde Fernández, quien reconoce que también se cometieron errores desde los inicios del proyecto. En este sentido, señala el carácter casi ‘sectario’ de sus habitantes a los que el padre Silva a menudo denominaba como ‘elegidos’. ‘Se refería a ellos casi como una especie superior’, una responsabilidad ‘demasiado grande para unos niños tan pequeños’, indica. ‘Esa no es una forma de educar a un joven al que se le hace creer que es muy superior al resto de los que le rodean’, como tampoco era válida la ‘falsa democracia’, dice la experta, imperaba tras sus puertas. ‘Consiste en que ellos pueden elegir un alcalde y determinados cargos. Es una estructura compleja pero a la vez artificiosa, porque lo único que consigue es que los chavales, además de estudiar y trabajar, tengan que ir a asambleas largas y tediosas, que no tienen demasiada funcionalidad y que tan sólo sirven para saber si les toca el turno en la gasolinera o limpieza, pero poco más’, señaló.

Entre los aciertos, se refiere a las múltiples actividades profesionales que se desarrollaron en su interior, como la creación de una panificadora, la puesta en marcha de una gasolinera, la educación homologada por el Ministerio pero, sobre todo, le ha llamado la atención el hecho novedoso de la creación de un circo. En su opinión, esta actividad fue determinante por dos razones; por un lado, consiguió una enorme notoriedad para Benposta, tanto nacional como internacional, ya que el propio Silva llegó a ser propuesto para el premio Nobel de la Paz. Y en segundo lugar, porque fue un poderoso reclamo para atraer jóvenes a la ciudad, que quedaban deslumbrados por la oportunidad de vivir de forma independiente desde muy temprana edad.

Sin embargo, Matilde Fernández también reconoce que hay sombras en Benposta y señala algunas de ellas después de haber entrevistado a decenas de benposteños. Así, explica cómo en sus charlas de acogida en el centro el padre Silva decía a los niños que su padre había preferido deshacerse de ellos a hacerlo de una de sus vacas. Añade que con ello buscaba una identificación total con Benposta y con las oportunidades que allí se le abrían. También recalcaba su papel de ‘padre’ y de ‘única familia’.

La investigadora del CSIC concluye que, si bien Silva hizo una labor social de gran importancia en su época, no supo evolucionar con los tiempos. Recuerda que los conflictos se complicaron a partir de los 80, cuando los educadores piden un mayor aperturismo y una evolución pareja a la de la sociedad ourensana. ‘La sexualidad -por ejemplo- era una tema tabú, nunca se hablaba de ello y no se permitía la relación entre los chicos y chicas. Los conflictos fueron agravándose y sólo continuaron los más fieles al sacerdote, mientras el resto prefirió rehacer su vida alejado de un sueño que ya es historia.

El ‘pueblo de niños’ de Luis Medina en Vallecas se consolida con mil alumnos

Según la experta, las ciudades de los muchachos o ‘pueblos de niños’ son instituciones educativas que en realidad tienen su origen en 1917 en Estados Unidos, cuando el padre Edward Flanagan creó en Omaha la primera organización de este tipo. Con esta misma orientación fueron surgiendo diversos pueblos de niños en distintos países, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, cuando se encontraron con un elevado número de pequeños abandonados.

Así, en Italia se crearon hasta 20 pueblos de niños. Igual orientación tuvo la institución que en Francia se fundó en L'Ile de France, con posibilidades de capacitación profesional en más de una veintena de oficios. En México, el padre Álvarez fundó una ciudad de los muchachos en Monterrey.

Las ciudades de los mucha chos en España son numerosas y destacan las de Madrid, Valencia, Granada, Alicante y Barcelona. En esta ciudad existen también las denominadas ‘casas de familia’ donde, bajo la dirección de una familia modelo, viven diez o más niñas que asisten a los centros docentes o profesionales del barrio junto a otras pequeñas, dependiendo de la junta Provincial de Protección de Menores.

Una de las más populares ha sido la del barrio de Vallecas, que fue creada por el sacerdote Luis Medina en 1941. En la actualidad es una Fundación benéfico-docente de Patronato, sostenida por unos 35.000 protectores y por las subvenciones del Estado y del Secretariado de la Iglesia para la Formación Profesional.

Cuenta con unos mil alumnos distribuidos en las secciones de Guardería infantil, Primaria y Formación Profesional; también organiza cursos de Formación Intensiva Profesional (FIP). Se sigue un régimen mixto entre internado y vida familiar y se practica el autogobierno dirigido, que persigue la formación del espíritu cívico y social. Los cargos de alcalde, vice-alcalde, secretario, juez, etcétera, son de elección anual; con ello se pretende educar a los muchachos en las responsabilidades con que se enfrentarán en su vida de adultos. En sus inmediaciones también funciona una ciudad de las muchachas que dirigen las religiosas de la Asunción.




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