El acusado de haber provocado un accidente en 2010 reconoció problemas con la bebida

La justicia dilucida si el sol o el alcohol causaron una muerte

El inculpado, Antonio Quintela Prado, de 32 años, comenzó a ser juzgado por homicidio imprudente en el día de ayer. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Antonio Quintela Prado (32 años) considera que el 30 de agosto de 2010 el accidente mortal que ocasionó la invasión del carril contrario de su vehículo no estuvo determinado por la ingesta de alcohol sino por un deslumbramiento del sol.
Ese día, según dijo ayer en el Juzgado de lo Penal, en donde se enfrenta a una petición de cuatro años de prisión por parte de la acusación pública, había ingerido en un espacio de seis horas una cerveza, un vaso de vino con gaseosa y un gin-tonic. 'Todo en mi cabeza está muy confuso pero creo que estaba en condiciones de conducir; ese día cogí el coche de forma excepcional porque no suelo conducir si bebo', aseguró. Y, tal como reconoció, en esa época bebía con asiduidad porque 'tenía problemas con el alcohol'.

De hecho, tal como puso de relieve su letrada, ingresó en agosto del pasado año en un centro de desintoxicación, aunque previamente también había recibido atención piscológica y psiquiátrica.

La Guardia Civil, por contra, tiene claro que el accidente, en el que murió una mujer de 38 años y resultaron gravemente heridos su marido y dos hijas pequeñas, ocurrió debido a una invasión del carril contrario en la que nada tuvo que ver el sol sino las alteraciones psicomotoras que provoca la ingesta de alcohol. A juicio del instructor del atestado, los 0,75 miligramos por litro de aire espirado que arrojó la prueba practicada ya en el hospital (también se le extrajo sangre) evidencian que 'con esa tasa en bastante difícil la conducción'.

En cuanto a si había síntomas o no de consumo, la Guardia Civil y los médicos no compartieron criterios. Mientras que para los agentes había halitosis a alcohol y desorientación, los médicos de Urgencias no se percataron.


SECUELAS

Un accidente mortal no sólo deja víctimas directas -fallecidos- sino también colaterales, en este caso la familia de la mujer que pereció en el acto. Su esposo, tal como relató ayer, y sus hijas, de siete y cuatro años, no sólo tuvieron que estar días en un hospital sino que el accidente cambió por completo sus vidas. Ese día, tal como aseguró Daniel Pérez, su esposa había decidido ir con su familia a visitar el nuevo colegio en el que en unos días iba a comenzar a trabajar con plaza definitiva.

A raíz del siniestro, no sólo a él le quedaron secuelas (dolor en una pierna) sino que las niñas sufren estrés postraumático desde entonces. Tanto dentro de la sala como fuera, el marido habló del 'impacto brutal' del coche.

El juicio quedó aplazado hasta el 23 de mayo por la incomparecencia de un testigo. En las conclusiones provisionales, la fiscal plantea un delito contra la seguridad del tráfico en concurso con otro de homicidio imprudente, y tres más de lesiones por imprudencia grave por que reclama un total de cuatro años de prisión y la pérdida del permiso. En cuanto a la responsabilidad civil, reclama un total de 208.805 euros.

La defensa plantea una falta por imprudencia con resultado de muerte y otras tres de lesiones por imprudencia (un mes de multa a razón de seis euros), además de tres meses de privación del permiso por cada una de la cuatro faltas. Asimismo, la letrada planteará en su exposición final la nulidad de las pruebas de alcoholemia por vulnerar el Reglamento General de Circulación.

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