Los dos hijos de la docente barcelonesa acudieron también desde Cataluña

Parada do Sil homenajea a ‘Doña Rosa’ con una placa en la antigua casa de la maestra

Rosa y Camilo, los dos hijos de Rosa Pons, entre Magide y Xosé Manuel Cid. (Foto: José Paz)
Más de 300 vecinos de Parada do Sil rindieron ayer un emotivo homenaje a Rosa Pons, la maestra catalana que en 1926 recaló en el Concello para encargarse de la escuela de la localidad, y que está considerada como una de las grandes activistas de la Escola Nova. Para recordar a Doña Rosa -como era conocida entonces- estuvieron también sus dos hijos que viajaron desde Barcelona para asistir al acto.
Pese a lo que se comenta de ella, Doña Rosa era una persona a la que se puede calificar de conservadora, según explicó ayer el alcalde del Concello de Parada do Sil, Francisco Magide. Esta barcelonesa nacida en 1902, sin embargo, fue una de las pioneras de lo que más tarde se conoció como Escola Nova durante la dictadura de Primo de Rivera, por convertirse durante su estancia en la localidad ourensana en una revolucionaria de la enseñanza por los métodos pedagógicos empleados con sus alumnos. El Concello organizó ayer -como parte de las celebraciones de las Letras Galegas- un homenaje a Rosa Pons, la maestra que llegó desde Cataluña en 1926 para hacerse cargo de la escuela del pueblo hasta el año 19.

33 El emotivo acto consistió, en primer lugar, en el descubrimiento de una placa en la antigua casa-escuela en la que residió, con la presencia de sus dos hijos y de los responsables municipales. Luego, se celebró una comida en un conocido restau rante de la localidad, con la asistencia de más de 300 vecinos y de los dos hijos (Rosa y Camilo) que tuvo durante su matrimonio, con el secretario por entonces del Concello, Camilo Yáñez.

Francisco Magide, aseguró que se trata de ‘poner en valor y difundir la obra de aquellas personas que trabajaron en Parada do Sil y que desarrollaron una actividad destacable, como fue el de Rosa, a la que tampoco se la conoce ningún tipo de afiliación política’.

Fue también la responsable, con la ayuda del párroco de la localidad de retomar fiestas tan populares como los magostos o el Día del Árbol. Rosa murió en 1988; sus restos descansan aún en el cementerio de la localidad ourensana.

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