Los primeros camiones cisterna aparecieron a mediados del pasado mes de agosto, en localidades como Vilardevós o Caldelas
Desde que el pasado 13 de enero se decretara por parte de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil la prealerta por sequía, se han ido sucediendo las decisiones por parte de los distintos concellos de la provincia para intentar controlar, en la medida de lo posible, el despilfarro de agua.
A principios del mes de junio, Sandiás emitía un bando municipal en el que restringía el uso no doméstico de las aguas y el pasado 15 de ese mismo mes, la alcaldesa de A Rúa, María González Albert, avanzaba que cerraría todas las fuentes públicas porque "ven un verán moi complicado", al tiempo que avisaba que revisarían el llenado de piscinas y los riegos.
El Concello de Verín se unía en esas mismas fechas apuntando que no habría playas fluviales durante la temporada estival. Y el Concello de Monterrei emitía el 16 de junio su propio bando municipal prohibiendo usar el agua de la traída para lavar coches, regar jardines y huertas o llenar piscinas durante la época estival.
Localidades como Vilamartín de Valdeorras, Xinzo de Limia o Castro Caldelas se unían, a caballo entre los meses de junio y julio, al rosario de bandos municipales reclamando de los vecinos el uso responsable del agua.
El alcalde de Baltar, en A Limia, José Antonio Feijóo, avisaba que "lamentariamos ter que que chegar a poñer sancións", una circunstancia que todavía no se ha producido en ninguna de las localidades afectadas por las restricciones.
Ya a mediados de agosto, aparecían los primeros camiones cisterna para abastecer de agua potable a algunos pueblos de la provincia, como era el caso de algunas parroquias de Vilardevós o de Castro Caldelas.
El último escalón en esta cadena de acontecimientos se daba ayer con la activación de la alerta por sequía por parte del organismo de cuenca.
