La naturaleza quiso unir la ciudad al termalismo, aunque fuera a extramuros y con la tecla del desarrollo urbanístico posicionada en otras zonas alejadas de las Burgas y de la margen derecha del Barbaña. A pesar de desarrollarse de espaldas a ellos

Proyectos olvidados en una ciudad con historia termal

En pie desde 1835, una parte de la historia de la ciudad pasa por un establecimiento con múltiples reformas: los Baños de Outeiro. (Foto: JOSÉ PAZ/BIBLIOTECA DEPUTACIÓN)
El termalismo entra en el debate político hace muchos años. Cuando se habla -otra vez- de un gran proyecto para el área del solar de As Burgas, Casa de Baños y antigua cárcel, conviene recordar que lo termal siempre estuvo ahí, entre otras razones porque las Burgas son parte identitaria y fundacional de la ciudad.
Es evidente que la ciudad no supo ver un proyecto de nivel para el entorno de As Burgas, urbanizándose incluso contraria a él, con unos muros y calles a su alrededor que le restan valor; de haber desarrollado un edificio de nivel arquitectónico como el planteado en el ocaso de su carrera por el ingeniero catalán Pedro García Faria, de otra historia hablaríamos: no fue posible. 'A principios de siglo - lo cuenta el arqueólogo Jesús María Eguileta- la zona era un área residual, una especie de cloaca, con el matadero aliviando sobre el Barbaña y los Pelamios, una fábrica curtidos'; el propio colegio de las Josefinas se emplaza sobre uno. El entorno no era salutífero, el Barbaña, un río pestilente; aún así, el aprovechamiento termal empieza a tomar cuerpo.

El primer proyecto termal del siglo XIX, 1835, -según Olga Gallego- es el de Baños de Outeiro, edificación aún en pie y de la que hasta hace muy poco figuraba en uso. La historiadora constata la asistencia -a través de los asientos donde figuran las cantidades dejadas en pago- en la casa de baños a los enfermos del Hospital de San Roque. La construcción en sí es un compendio de edificaciones sobre el que resalta sobremanera la mano del arquitecto Vázquez Gulías, en una intervención de 1910, en la parte dedicada a viviendas; la zona de los baños, la pensión de los agüistas, así como viviendas de los propietarios, se corresponden con acciones anteriores. La edificación, con doble fachada, la principal junto a la antigua prisión, y la otra hacia las Burgas, desde donde se perfila el extraño puzzle de reconstrucciones al que fue sometido, contiene manantiales propios, excavados en roca en el interior. Al margen de la zona de baños, hasta once bañeras, duchas y chorros, la casa también ofrecía -lo cuenta Maribel Outeiriño- servicios de lavandería, con cinco lavaderos abiertos donde los vecinos podían lavar la ropa. Una de las reformas -1923- consistió en habilitar una estancia luminosa y cuadrada para el reposo de los agüistas, a imagen de lo que se demandaba en los balnearios provinciales. Los actuales propietarios, ahora en litigio con el Concello por discrepancias en el expediente de expropiación, lo cierran en 2012.

Junto a los Baños de Outeiro figura otra edificación no exenta de polémica a raíz de la aparición en la ciudad del proyecto del promotor Basilio Martínez Serodio -1999-, el denominado Xardín das Burgas, en el antiguo emplazamiento de la Casa de Baños, anteriormente conocida como Casa de Baños La Moderna, entre la Canella do Rastro y Ponte Pelamios. El edificio fue reformado, sumándosele una altura, fácil de constatar sobre una imagen publicitaria de 1925, cuya fachada estaba cargada de simetrías de puertas y ventanas, así como una potente tipografía en toda ella. Hasta poco antes de su derribo, en 2003, continuaba prestando sus servicios, con no pocos fieles entre la clientela local.

Otras instalaciones termales en la zona eran los baños -según Olga Gallego- de Santa Lucía, de 1857, que ubicaba en las inmediaciones de Ponte Pelamios; también figuraban baños en esa época en el Hospital de San Roque. Existen también referencias escritas de otros baños en la zona de O Posío.


INICIATIVA EPISCOPAL

Una de las iniciativas más llamativa es la de los Baños do Bispo, en la zona de Ponte Canedo, lo que es hoy la Chavasqueira. Enmarcada en el complejo de pago de inspiración zen, una construcción ovalada en granito con doce ventanales, una puerta y asientos interiores pegados a la pared resalta sobre la zona exterior del conjunto. Marita Souto, quien a su vez lo recoge de un libro de María Rubio, de 1845, dice que la iniciativa surgió de la propia diócesis, del obispo Pedro Quevedo.

A orillas del Miño figura también otro de los espacios perseguidos por los agüistas, la fuente do Tinteiro, hoy totalmente modificada. En 1977, el infatigable Blanco Guerra, concejal apegado a la arqueología tras unas excavaciones a las que era bastante aficionado -por su cuenta y riesgo ya lo hizo durante años en Santomé-, descubre una gran piscina rectangular rodeada de siete bañeras construidas en piedra junto a un muro de procedencia romana, según Juan Carlos Rivas. El conjunto de baños, hoy cubiertos, es de finales del XVII.

Te puede interesar