El cambio de estrategia política de DO en el Concello, con la preparación de una propuesta de reprobación al alcalde del PP, para lo que pedirá un pleno extraordinario, puede abrir una nueva etapa en la Corporación local.
Nuevo año y cambio de estrategia en el grupo municipal de Democracia Ourensana (DO), que se aleja de un primer semestre de mandato ciertamente "pacífico" -si se compara con el anterior socialista-, a la búsqueda de minar al contrario, tomar la iniciativa en la oposición que ya lidera y, de paso, explorar las posibilidades de apoyo a esa aún hipotética moción de censura que tanto desea su líder, Gonzalo Pérez Jácome, para cambiar los modos y el fondo de la gestión local; motivo éste por el que amaga con dejar en dos o tres meses su escaño en la Diputación, donde no puede hacer su política o dejar su firma porque la mayoría absoluta del PP no hace concesiones.
En la Corporación municipal, las cosas son distintas; él mismo Jácome confirmó el viernes que ahí mantendrá su escaño de edil. El gobierno popular en minoría es un objetivo fácil y DO ha decidido pasar al ataque, intentando reprobar al regidor, Jesús Vázquez, por no cumplir los acuerdos plenarios, no aprobar los presupuestos en tiempo y forma -como el propio PP reprochó tantas veces al gobierno socialista- y volver de sus visitas a Madrid sin los grandes compromisos pendientes. Serán, dicen en su entorno, los argumentos "oficiales" que justificarán la petición de un pleno extraordinario -que sólo DO puede plantear porque es el único grupo con quórum suficiente- para reprobar al alcalde y medir, de paso, los apoyos que tiene esta propuesta de acuerdo. Detrás, quizás otras razones, relacionadas con sus estrategias partidistas.
En cualquier caso, su mirada se fija ya en el PSOE, el posible socio de una censura aún por ver, porque, además, es el grupo municipal que más ha padecido la ira del PP en el anterior mandato, donde los populares forzaron varias reprobaciones al alcalde socialista Agustín Fernández y a la edil de Urbanismo Áurea Soto. Esperaría, pues, su apoyo, para convertir a Vázquez Abad en el segundo alcalde de Ourense reprobado, por ahora.
Los socialistas, que manifiestan no tener en su agenda la censura pero sí mantienen la tensión contra un gobierno popular al que critican continuamente, tienen en su mano que la reprobación prospere, un caramelo muy tentador, que les permitiría vengar las "afrentas" de la etapa anterior. Pero ahí la incógnita aún no ha sido desvelada, a la espera de estudiar igualmente la estrategia más conveniente.
En medio, un PP al que no le queda otra que ser convidado de piedra en el "banquete" impredecible de Jácome o acallar con una contranegociación de altura para frenar el deterioro. Y quedan tres años y medio de mandato.
