Os xudeos de Ourense, unha caste comercial que fixo da delación un xeito de supervivencia

Retrato do Papa Adriano VI e letrina no castelo de Castro Caldelas.
photo_camera Retrato do Papa Adriano VI e letrina no castelo de Castro Caldelas.
Benito Fernández afirma que “la mancha más negra” que empaña a historia dos xudeos en Galicia “no es la usura, ni la adivinación, ni la de alimentar la superstición de los cristianos, sino la delación y las acusaciones que han hecho de si mismos, contribuyendo a que la Inquisición clavase en ellos su garra”.

No traballo de Benito Fernández Alonso pódese ler unha sucinta referencia a outros apelidos da colonia israelita en Ourense, entre os que destacan “Abrahan Vázquez, juez inteligente de su tribu, los escribanos Alfonso Enríquez, Enrique Ismael y Nuño Patiño o el peritísimo abogado Luis Enríquez, de quien se habla con motivo de los pleitos y denuncias contra Jerónimo Rodríguez, también judio y abogado en Ribadavia”.

As razóns que provocaron a subida dos sefardís cara o norte foron as derivadas “de la predicación del Arcediano de Sevilla y por las intransigencias del tiempo de Enrique II”, así como o asalto “de las juderías de Burgos, Valencia, Toledo, Córdoba y toda Castilla”, o que os levou a procurar “refugio en las provincias de Galicia”.

Pero a Galicia tamén chegaron as hostes de Torquemada, polo que moitas familias fuxiron a Portugal, atopando oportunidades de negocio “en el tráfico de vinos, efectos de la tierra y el comercio de numerosas mercancías rayanas con la frontera, como intermediarios de ambas naciones”. 

E se Galicia non foi allea ó abafo da Inquisición, Portugal tampouco se librou e, con elo, a comunidade xudea tamén sufriu alí persecución -eran denominados marraus-, cousa que os  obrigou a retornar a Galicia cara Pontevedra e Ourense, montando “aljamas y sinagogas en Ourense, Ribadavia, Celanova, Monterrey y Allariz”, lugar, este, onde Fernández Alonso ubica  “el punto en el que fijaron su residencia, desde la cual fueron extendiendo sus negocios y derramando sus tribus” e centrando a súa actividade económica na montaxe de “negocios de paños, sedas y platería”.

Ameazados, polo tanto, por miradas alleas e temerosos de seren descubertos malia que fosen conversos, Benito Fernández afirma que “la mancha más negra” que empaña a historia dos xudeos en Galicia “no es la usura, ni la adivinación, ni la de alimentar la superstición de los cristianos, sino la delación y las acusaciones que han hecho de si mismos, contribuyendo a que la Inquisición clavase en ellos su garra”.

E como mostra expón que “por horror al tormento han confesado, sobre todo las jóvenes que aparecen condenando a sus madres y hermanos a trueque de no verse desnudas ante los esbirros que habían de ponerlas en el suplicio”.

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