El presidente de la confederación de autoescuelas invitó ayer a los conductores veteranos a plantearse si son aptos para conducir por voluntad propia antes de que se produzca un accidente en la carretera.

La edad, un riesgo al volante

Varios coches de autoescuela, preparándose para el inicio de unos exámenes.
La Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) cree que no se puede apartar del volante a nadie por los años que tenga, pero sí considera que cada conductor debería analizar si está en forma para hacerlo y asumir sus limitaciones 'por pura prudencia y sentido común'. 'No se trata de excluir a los mayores de la carretera. ¿Quién es anciano para conducir?', reflexionó el presidente de CNAE, José Miguel Báez, que, al igual que la Dirección General de Tráfico, no ve la necesidad de establecer un nuevo examen con el objetivo de comprobar el nivel de los conductores.
A lo que sí invita Báez es a que Tráfico lance mensajes que recuerden la importancia de las capacidades psíquicas y físicas para ponerse al volante con una meta: introducir en la conciencia de los conductores que voluntariamente asuman que pueden ponerse límites e incluso decidir que ha llegado el momento de no conducir. 'Quienes han perdido facultades por la edad o por otros motivos es lógico que no conduzcan', defiende el presidente de CNAE, que aseguró además que la DGT tendría que retirar el carné de conducir durante un periodo largo de tiempo a los conductores que dieron positivo en alcoholemia un número determinado de veces.

Para Báez, la clave está también en las autoridades sanitarias. 'Hay personas con problemas de somnolencia o enfermos alcohólicos diagnosticados que no pueden llevar un coche', apostilla. Y aunque para las autoescuelas la actualización de conocimientos de unos conductores cada vez más mayores y con mayores tasas de siniestralidad debe ser el camino a seguir, Báez destaca que toda la sociedad se debe sentir 'muy orgullosa' porque en materia de seguridad vial se dieron grandes avances, especialmente en el colectivo de los más jóvenes.

Según Báez, los papeles se cambiaron, ya que si hace años el joven era el conductor imprudente, ahora son los que están mejor preparados y los que más perciben los riesgos en la carretera, en parte gracias al aumento de los controles. Iniciativas que, a su juicio, favorecieron pasar de 10.000 muertos al año a menos de 1.500.

Menos convencido se muestra Báez sobre la propuesta de elevar la velocidad máxima a 130 kilómetros por hora en determinados tramos de autovía y autopistas porque sostiene que no existen los requisitos para implantarla. 'De nada vale, dice, que autoricen a pisar el acelerador si no existen paneles informativos que luego me indiquen que debo rebajar la velocidad por un accidente o las condiciones no son buenas'. En este sentido, no cree que el Estado esté en condiciones de invertir en estos dispositivos, ya que 'no existe una gran demanda social', ya que el problema de los conductores 'no es la velocidad sino llegar a fin de mes y poder llenar el depósito'.

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