El Gobierno belga decreta la expulsión de extranjeros al cumplir un año sin trabajo demostrable

Emigrantes en Bélgica: un amargo viaje de ida y vuelta

Fátima Donaire, una de las emigrantes españolas que recibieron la orden de expulsión, en Bruselas. (Foto: MARTA BORRÁS)
Como muchos, salieron de España con la idea de llevar una vida mejor en el extranjero, pero el proyecto de 300 españoles emigrados a Bélgica se torció cuando recibieron la orden de abandonar el país por ser 'una carga' para el sistema.
Los españoles fueron en 2013 los terceros en la lista de europeos contra quienes se cursaron más expulsiones en Bélgica por esta causa, después de los rumanos y los búlgaros, según los datos difundidos en enero por la Oficina de Extranjería de Bélgica.

La portavoz de la Oficina de Extranjería de Bélgica, Dominique Ernould, explicó ayer que bajo el concepto de 'carga irracional para el sistema' se examina caso por caso en Bélgica, y se considera carga, 'cuando una persona lleva en el paro más de un año entero, no hace gestiones para encontrar un trabajo y se instala en un sistema de ayudas sociales'. El Estado belga, subrayó Ernould, 'no puede soportar' esa presión: 'Ya con la población belga es difícil. Si además tenemos que acoger y asimilar a una parte de la población europea, es absolutamente imposible'.

Uno de los casos de afectados por la orden de expulsión de Bélgica es el de Fátima Donaire (Jaén, 1984), licenciada en Bellas Artes, que llegó a Bélgica en noviembre de 2010 para hacer prácticas durante cinco meses en un estudio de diseño gráfico, con una beca del programa Eurodisea.


30 DÍAS DE PLAZO

Cuando la beca se terminó, Donaire relata que decidió quedarse en Bélgica para aprender francés y buscar trabajo. A la vez, solicitó una de las ayudas sociales que en Bélgica se conceden a las personas que no cuentan con suficientes recursos y que le permitió recibir 525 euros al mes, para pagar el alojamiento. Durante una año la andaluza trabajó como camarera, sin que su trabajo fuese declarado a la seguridad social y percibiendo aún la ayuda social, hasta que recibió una carta con la orden de que en 30 días tenía que abandonar el país por ser una carga para el sistema.

En Bélgica las expulsiones de europeos han pasado de unas 300 en 2010 a superar las 2.000 en 2012, desde que las autoridades belgas cruzan datos de distintos organismos. 'Esto ha permitido descubrir que muchos europeos abusan del sistema. Hemos visto que estábamos poniendo el dedo en la llaga: es un sistema que no estaba funcionando', explicó Ernould.

Donaire señala por su parte que recibió un 'trato despectivo' en el ayuntamiento a donde acudió al recibir la carta y donde se le retiró la tarjeta de identidad belga.

A través de un abogado belga, presentó pruebas de que durante toda su estancia no dejó de buscar trabajo, y de que además había hecho un curso para convertirse en animadora infantil en escuelas. Gracias a eso y, sobre todo, a encontrar trabajo en junio pasado en una escuela pública de Ixelles (en Bruselas), evitó la expulsión en el plazo que le había concedido el Gobiero belga.

'Me siento estafada, siento que nos han contado una mentira enorme con lo de Europa, cuando no es verdad, y estamos todos engañados. Hasta que no te pasa una cosa de este tipo no lo sabes', conluyó Fátima Donaire.

Te puede interesar