Francisco recorrió la plaza en un jeep antes de la solemne ceremonia de inicio de su pontificado

Miles de peregrinos saludan al nuevo papa en San Pedro

El papa Francisco, antes de la misa solemne. (Foto: J.C. HIDALGO)
Miles de peregrinos y representantes de más de 130 países de todo el mundo asistieron ayer a la misa de inicio de pontificado de Francisco en una plaza de San Pedro del Vaticano cuajada de banderas internacionales, principalmente latinoamericanas.
Roma, que en estas fechas del año comienza a recibir las primeras oleadas turísticas, albergó, con motivo del comienzo del papado de Francisco, a miles de peregrinos -lejos del millón que esperaba el Ayuntamiento de Roma- y a jefes de Estado y delegaciones de todo el mundo.

Pese a que la ceremonia estaba programada para las 09.30 hora local (08.30 GMT), el miedo a quedarse sin sitio hizo que el goteo de fieles y peregrinos fuera constante desde el alba y, a la hora en que salió el papa jesuita argentino, la plaza estaba ya repleta de personas que coreaban su nombre y aplaudían a su paso.

Los aplausos anunciaron la llegada de Francisco y se le pudo ver recorriendo la plaza a bordo de un jeep, saludando a los congregados, hasta que con un ademán de la mano pidió que se detuviera el vehículo para poder bajar. '¡Ha bajado, se ha bajado', gritaban algunos miembros de protección civil italianos. El papa se apeó para acercarse a un joven discapacitado sostenido por sus familiares, al que abrazó con gran cariño. Francisco también bendijo a varios bebés aupados por sus padres entre la multitud, fiel al estilo cercano que ha venido demostrando desde que fue elegido el pasado día 13.

'Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio y que también el papa para ejercer el poder debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz, debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe', afirmó durante su homilía, en la que hizo gala además de una naturalidad y una sencillez que ya eran sus rasgos definitorios en Buenos Aires.

'Iglesia canta y camina-Nosotros con Francisco', podía leerse en una de las enormes banderas argentinas que ondeaban durante la ceremonia, un lema que corresponde a la consigna que Francisco ya usaba en su época de cardenal en Buenos Aires.

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