Se acerca el verano y, a pesar de que el tiempo no lo acompañe por el momento, se acerca la fecha de las piscinas, ríos y como no, playas. Un chapuzón es de lo más agradable cuando las temperaturas son altas, pero hay que medir el tiempo que pasamos en el agua, pues un exceso puede derivar en enfermedades como la otitis del nadador.
La otitis del nadador, otitis externa o oído del nadador, es una infección que afecta al conducto auditivo, abertura que transporta el sonido del exterior hasta el tímpano. Esta infección está causada por diferentes variedades de gérmenes, pero es más habitual en niños que pasan mucho tiempo en el agua. La piel del interior de los oídos se puede irritar al estar mucho tiempo húmeda, lo que favorece la entrada de bacterias u hongos.
Síntomas de la otitis del nadador
El síntoma principal de la otitis externa es el dolor de oído. Desafortunadamente, esto no es especialmente característico, pues esta misma dolencia puede deberse a varias afecciones. El dolor puede ser grave y empeorar al tocar en la zona externa del oído. Debido a la irritación del interior de este, masticar puede resultar doloroso. A veces, el conducto auditivo pica antes de que empiece a doler.
Factores de riesgo para la otitis del nadador en verano
Si no queremos contraer esta enfermedad que puede estropearnos las vacaciones, es muy importante mantener los oídos secos. Una de las principales causas por la que estos gérmenes infectan es por secar mal el oído tras darse un baño. Esa humedad que puede no parecer grave, puede crear un entorno perfecto para que una infección prolifere.
Prevención de la otitis del nadador
Existen algunas soluciones que pueden ayudar a prevenir la aparición de estas infecciones, como por ejemplo, la aplicación de ácido acético diluido en los oídos tras una sesión de nado. Estas gotas se pueden comprar sin receta, pues el ácido acético es un compuesto orgánico presente en el vinagre, siendo el responsable de su olor y su sabor.
Tratamiento de la infección de oído
El tratamiento recomendado para cada infección es diferente, pues depende de la gravedad de la misma. Estos posibles tratamientos incluyen la aplicación de gotas para los oídos que contentan antibióticos, como el uso de medicamentos para reducir la inflamación del conducto auditivo.
En caso de que la infección sea muy grave, los antibióticos pueden pasar a ser de vía oral y que un profesional sanitario quiera llevar a cabo pruebas de secreción para conocer el tipo de organismo responsable de la infección.
