En el desfile barquense el problema de la corrupción fue el más utilizado por las comparsas, en tanto que A Rúa optaba por la variedad

Comparsas y folións derrocharon color en O Barco y A Rúa

Un guerrero ninja vigila a las comparsas.
Los vecinos de O Barco y A Rúa hicieron caso omiso de la amenaza de lluvia y se echaron a la calle para participar o presenciar el desfile de Entroido. Las comparsas ruesas comenzaron antes y lo hicieron bajo una pertinaz lluvia que hizo aflorar los paraguas.
En la villa barquense nadie se mojó, y los disfraces llegaron a la Praza Maior, donde finalizó el desfile, sanos y salvos.
El riesgo de lluvia obligó a ser puntuales a los organizadores de los dos desfiles. En O Barco lograron reunir 22 comparsas, varias de ellas críticas contra la corrupción y la situación que vive el país. Hubo mafiosos con pistolas y miembros de Anonymous, ataviadados con la máscara de Vendetta, además de agentes de la Guardia Civil. La política no fue el único tema elegido por los participantes, que tocaron muy distintos palos. En la travesía barquense pudieron verse desde uvas hasta los molinos de viento de Don Quijote. Además de enfermeras, piratas o abejas, entre otros muchos personajes.
Los folións no faltaron en ninguno de los dos desfiles. En A Rúa estuvieron acompañados por comparsas de agentes de la Guardia Civil, de la Policía, presos, bebés o vistiendo disfraces indefinidos, fruto de la imaginación de quienes los diseñaron. Al igual que en la villa barquense, muchos optaron por disfrazarse por su cuenta.

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