Los curas de As Ermidas reclaman la intervención de Patrimonio para restaurar el muro ubicado sobre la quinta estación del Vía Crucis, derrumbado por las últimas lluvias. La petición coincide con un informe que detectó deformaciones en el santuario.
El derrumbe de un muro en el entorno del seminario de As Ermidas (O Bolo), acaecido a principios de febrero, a causa de los últimos temporales llevó a los sacerdotes a solicitar la intervención de la Dirección xeral de Patrimonio. Reclaman la intervención de este organismo en la restauración del templo.
El muro derruido cierra la huerta próxima al santuario bolés y está situado sobre la quinta estación del Vía Crucis, según afirman los curas de As Ermidas. La construcción es de piedra y ladrillo, aunque únicamente se vino abajo la construcción realizada con este último material.
Al derrumbarse, los restos cayeron sobre los dos accesos al lugar y encima de la estación del Vía Crucis. El resto de materiales se dispersó sobre la carretera de acceso al santuario. A su vez, la tierra que sujetaba el muro se esparció sobre la finca próxima.
Los curas de As Ermidas recogieron parte de los cascotes para facilitar el paso por el lugar, continuando el resto del material en el lugar donde cayó. Su presencia afea y deteriora el entorno del santuario, según afirman los curas. Ante esta circunstancia, los sacerdotes se pusieron en contacto con los arquitectos del Obispado de Astorga y de Patrimonio, que les recomendaron dirigirse a la Dirección xeral de este organismo para acometer la restauración del muro.
El derrumbe del muro coincide con la redacción de un informe que detectó deformaciones y grietas de hasta tres milímetros en el santuario, según apuntó e vicepresidente de la Fundación Nuestra Señora de As Ermidas, Luis Maroto. También atribuyó estos defectos a las filtraciones de agua.
El muro derruido cierra la huerta próxima al santuario bolés y está situado sobre la quinta estación del Vía Crucis, según afirman los curas de As Ermidas. La construcción es de piedra y ladrillo, aunque únicamente se vino abajo la construcción realizada con este último material.
Al derrumbarse, los restos cayeron sobre los dos accesos al lugar y encima de la estación del Vía Crucis. El resto de materiales se dispersó sobre la carretera de acceso al santuario. A su vez, la tierra que sujetaba el muro se esparció sobre la finca próxima.
Los curas de As Ermidas recogieron parte de los cascotes para facilitar el paso por el lugar, continuando el resto del material en el lugar donde cayó. Su presencia afea y deteriora el entorno del santuario, según afirman los curas. Ante esta circunstancia, los sacerdotes se pusieron en contacto con los arquitectos del Obispado de Astorga y de Patrimonio, que les recomendaron dirigirse a la Dirección xeral de este organismo para acometer la restauración del muro.
El derrumbe del muro coincide con la redacción de un informe que detectó deformaciones y grietas de hasta tres milímetros en el santuario, según apuntó e vicepresidente de la Fundación Nuestra Señora de As Ermidas, Luis Maroto. También atribuyó estos defectos a las filtraciones de agua.
