Tenemos un nuevo verano ante nosotros del que disfrutar y al que exprimir cada minuto para que, con "sentidiño", sea un buen verano. Con todo, y más en estos tiempos, es inevitable echar la vista atrás y recordar con cierta "morriña" aquellos años en los que el verano duraba casi tanto como la estación y no había más preocupación que pensar en que ocupar tantos días de descanso. Siempre y cuando los aprobados fuesen mayoría, obviamente. Para los rezagados, las clases particulares no se podían esquivar.
Un espacio en el que aventuras, fantasía, juegos y amistad se daban la mano para entrar en un mundo paralelo solo apto para cierta franja de edad en el que la libertad solo estaba condicionada por las rigurosas horas de comida, merienda y cena.
Nadie podrá decir que esos tiempos nos producen una nostalgia en la que se mezcla la felicidad de la suma de momentos y la tristeza de lo que se ha quedado atrás. Y sin tener en cuenta, que lo más probable es que los veranos eternos solo llegarán de nuevo con la jubilación.
LO QUE MÁS ECHAMOS DE MENOS
Las cosas que más se echan de menos:
- El pueblo. Lugar que parece que va recuperando la importancia que nunca debió perder con la pandemia. La libertad, las mil y una aventuras, amigos nuevos, excursiones, noches de juegos hasta las mil... y sin más peligro que las caídas que dejaban huella en las rodillas.
-Días de piscina. Y cuando digo días, es casi literal. Quitando las obligadas dos horitas, que con suerte y mucha súplica igual convertías en hora y media, salías del agua arrugado, e, inexplicablemente, muy moreno.
- Las bicis. Si por algo "las bicicletas son para el verano". Eso sí era vida saludable. Arriba y abajo. Abajo y arriba. Y ojito con aparcar mal y que se rallase la pintura. Las bicis eran objeto de culto y motivo de orgullo.
-Las fiestas del pueblo. Donde sonase un fuego, allá te ibas. Atracciones, música, otra vez juegos... y tal vez un primer amor que dejaría huella.
MÓISES MONTERO 34 años
Vacaciones todo el verano, la libertad y la vida despreocupada.
RAQUEL ALIJA 35 años
El pueblo, las bicicletas, los juegos tradicionales, ir al río...
MÓNICA GUILLÁN 34 años
Soy de costa y recuerdo ir con mi abuela a la playa en Cambados.
DIEGO VÁZQUEZ 35 años
Ir de fiesta en fiesta "persiguiendo" las orquestas.
PABLO DOMÍNGUEZ 41 años
Las fiestas se echan de menos, más ahora que no hay. A ver si vuelven pronto.
RUBÉN SOTO 34 años
Jugar en el pueblo al escondite, a la botella... la libertad.
FRANCISCO PÉREZ 34 años
Los juegos populares, el fútbol, las canicas, carrera de sacos... nada de tablets.
NOELIA MÍGUEZ 34 años
La casa de los abuelos, la libertad, los amigos de los veranos....
LORENA DOMÍNGUEZ 34 años
La piscina, el río... eses tres meses de vacaciones en el pueblo. ¡Irrepetible!
ALBA FIDALGO 34 años
Ir todos en montón en el coche escuchando a Eros Ramazzotti y los días de tormenta.
MARÍA JOSÉ MARET 34 años
Estar en el pueblo y los reencuentros con los amigos que solo veías en verano.
SILVIA SOAREZ 34 años
Estar en el pueblo con los amigos, ir al río y a todas las fiestas que había.
MARTA BRAVO 34 años
Ir a la playa y la visita de la familia que vivía fuera y venía en verano.
MIGUEL FIDALGO 35 años
Estar todo el día en la playa y jugando con los amigos.
NUNO MIGUEL JIBAS 34 años
Ir con los abuelos a arrancar patatas, pero también los días de bicis, río...
CRISTINA MONTES 34 años
Estar con los abuelos, jugara a las casitas y con la tierra. Lo más natural y reciclando.