Cartas al director

Que no es Jaimito, es Mariano

“Una España donde 75 millones de españoles vienen cada año” (Mariano Rajoy en el XVI Congreso del PP en Madrid).

Mariano lo borda. Es un crack en el uso idiomático del disparate. A este paso ocupará todos los tomos de la Enciclopedia de Espasa Calpe. Seamos indulgentes con nosotros mismos por haberle hecho nuestro presidente de gobierno. Digamos que no es que tenga bajo el coeficiente intelectual, si no que es un profesional del humor. Un cuenta chistes, un Jaimito de carne y hueso.

Un chiste para ser bueno ha de ser de magnitud hiperbólica, por defecto o por exceso. Sirva como ejemplo aquel que me contara mi finado amigo Suso Cerviño. Érase de un sacerdote que exageraba en sus homilías dominicales. Teniendo conciencia de ello, le rogó al monaguillo que le atase una cuerda alrededor de los testículos, y que tirase de la misma, cuando le daba por exagerar. Dicho y hecho. Hablaba el pater del apresamiento de Jesús en el Monte de los Olivos. Oraba el Nazareno cuando 100.000 romanos le aprehendieron. Tira de la cuerda el monaguillo. Bueno eran realidad 5.000. Nuevo tirón. Y así, sucesivamente, mientras iba reduciendo el número de captores. Cansado el acólito de tanto disparate, soltó la cuerda y abandonó el lugar, con tan mala fortuna, que al caminar fue arrastrando la cuerda. Continuaron, así, los tirones, y bajando las cifras el cura. Ya con un dolor en las ingles, exclamó: “Lo juro por la madre que me parió, que era únicamente un soldado, y era así de pequeñito como este dedo”.

Siento curiosidad por leer las inscripciones registrales que haya hecho Mariano en su Registro de la Propiedad. Quizás le haya hecho una mala pasada su subconsciente. ¿Habrá hecho 75 millones de inscripciones? No, es que somos mucho español, y muchos españoles. Alegrémonos, pues, vienen a España el doble de españoles de la población que reside en nuestro país. Nos invaden, dada la magnitud marianista, nuestros propios paisanos. No aclaró si vienen de paso, o vienen para quedarse, si vienen con apetito o no. Lo que si está claro es que un líder carismático, que atrae con su magnetismo a millones de españoles descarriados por el mundo, en el que proliferamos más que los chinos.

No se asuste, amigo, si ve imágenes de gente acampando en tiendas o barracones en los jardines  de La Moncloa. No son rumanos, ni sirios, ni africanos que saltaron en su día las vallas de Ceuta, son españoles que acuden a la casa de Mariano. Y si llega a avistar una cuerda, recuerde el chiste de Cerviño, o al proverbio escocés de que la sonrisa cuesta menos que la electricidad, y da más luz. Si lo prefiere cante la rumba de Peret, “es preferible reír, que llorar”.