Cartas al director

Querido suegro

Hace mucho tiempo que quería escribirte y no cometer contigo el error que cometí con papá de no decirle unas palabras muy sencillas y que solo algunos me han oído pronunciar: Te quiero. Pero que quizás por ser tan reservado nunca me las oirás pero podrás leerlas y sentir que salen de un lugar que muy pocos ocupan, pero los que están se lo han ganado, siendo un ejemplo no solo para mí si no para todos los que han compartido con nosotros una parte grande o pequeña de sus vidas.

Querido suegro gracias por haberme dado tanto y por haberle dado tanto a nuestros hijos. Has estado siempre al pie del cañón y ahí sigues estando, controlando todo, pendiente de todo. Creo que has disfrutado tanto con David y Rubén como ellos contigo. Los has educado siguiendo nuestros criterios y nos has demostrado un gran respeto por ello y algunas veces, incluso, en contra de tu propia forma de ver la cosas aunque creo que han sido las menos. La educación que recibimos de nuestros padres no ha diferido mucho de la que tú diste a tus hijos y ahora le has dado a los míos.

Eres una gran persona, neutra en expresar los sentimientos, pero con un gran corazón; generoso como pocos y honrado como ninguno. Sé que una de tus grandes preocupaciones por las circunstancias de la vida ha cumplido finalmente sus expectativas y estás a gusto, tranquilo y contento por ver a tu hijo feliz e ilusionado. Has ganado una hija y nuestra familia ha crecido en cantidad pero, sobre todo, en calidad.

Ahora la abuelita Chon necesita de ti tanto o más que nuestros hijos, y que gracias a vuestro apoyo se están convirtiendo en unas buenas personas. A ella también le tengo que dar las gracias por su humildad, por su bondad, discreción y paciencia. Siempre a tu lado haciendo contigo ese gran equipo del que todos nos sentimos orgullosos.

Gracias a los dos porque sin vosotros la vida de Pilar y la mía no hubiera sido la misma. La tranquilidad de marcharnos de viaje todos los días para trabajar sabiendo que cualquier problema o enfermedad iba a estar resuelta, nos convierte en auténticos privilegiados, y por eso os damos las gracias a vosotros y a la vida por habernos dado tanto.

Que todos los valores que nos trasmites día a día y tu fuerza vital esté con nosotros mucho tiempo y, como dice mi madre, que Fernando “el Santo” siga tirando del carro como hasta ahora.

Un beso de tu hijo Alberto.