Cartas al director

¡A mi madre le pongo un diez!

Dicen que los jóvenes de hoy en día no sabemos apreciar lo que tenemos. Es posible. Pero yo reconozco todo lo que ella hace por mí. Trabaja a turnos muchas veces; cuando no está, me toca a mí preparar el desayuno, recoger la ropa, la mesa... pero cuándo ella está se levanta a las siete y media para despertarme, me hace un zumo, unas tostadas... vigila que vaya bien abrigado al instituto.

Al regreso, la comida está encima de la mesa: calentita.Pregunta que tal la jornada, qué deberes tengo, qué dimos...Después de una pequeña siesta se pone cerca de mí y se convierte en mi profesora particular, me ayuda a organizar mis estudios, me hace apuntes, me busca información... Se prepara temas enteros para explicármelos, me aconseja, me enseña y reconozco que acabo aprobando gracias a ella.

A veces se queja. Dice que su vida a los cuarenta y seis años es trabajar y estudiar, pero sigue ayudándome. Una de las preguntas que más le hago es: ¿No irás a trabajar hoy?