Cartas al director

¿Pacientes de segunda clase? No, son personas

¿Pacientes de segunda clase? No, son personas. Recientemente he perdido a mi padre; al dolor de su pérdida, se suma la impotencia de saber que pudo haberse evitado.En estos momentos de duelo, mi cabeza no para de pensar y he decidido compartir mis reflexiones con vosotros. Siempre he sido una defensora a ultranza de lo público, especialmente de la sanidad. Mi experiencia personal, de atención y trato, tanto en mis embarazos, partos, como en las escasas ocasiones en que he estado enferma, es muy positiva. Y si, por cualquier motivo, en la seguridad social, tardaban en realizarme alguna prueba, ya se encargaban las mutuas de acelerar el tema.

¿Por qué? Porque a este sistema le interesa que trabaje, que produzca. ¿Qué pasa entonces con las personas que ya no producen, es decir, con los jubilados? Pues que el sistema, los considera una carga, un gasto excesivo, en resumen, pacientes de segunda clase. No es mi intención generalizar, me consta que la mayoría de los médicos de atención primaria son competentes, pero, por desgracia, la experiencia con mis padres, es bastante negativa. Cuántas veces habré oído en una sala de espera, comentarios del tipo: "Levo un mes adelgazando e sen fame e o médico dime que é normal, que serán os nervios, que teño moitos anos... e non me manda ó especialista".

Muchas veces.

Y yo me pregunto, ¿cuántas patologías se diagnosticarán demasiado tarde, debido a los recortes, a la sobrecarga de trabajo, a la ignorancia o a la desidia de muchos médicos?Seguramente muchas. ¿ Cuántas veces he tenido que lidiar con los médicos para que enviasen a mis padres a uno u otro especialista?

Demasiadas veces.

Y me contestaban cosas como:

-"No, a tu madre no le corresponden revisiones ginecológicas, ni mamografías... después de los 70 años, porque así está protocolizado."

-Mire, mi madre tiene mucho dolor secundario a su artrosis, no podría enviarla al reumatólogo?

-No, su artrosis es normal con su edad, que se tome estos calmantes.

Cuánta impotencia, rabia y enfados me he tragado por estos motivos, ya que, como hija, intento que mis padres tengan la mejor calidad de vida posible y me encuentro con trabas continuamente.

Mi reflexión es: para los médicos: Que no son gestores, su función en atención primaria ha de ser asistencial.

Que por el mero hecho de ser ancianos, no pierden derechos, son ciudadanos de pleno derecho, pero sobre todo son seres humanos, especialmente vulnerables, a los que hay que ayudar y proteger. Que se subleven a los recortes injustificados, que prioricen al ser humano sobre el gasto económico. Que sean empáticos, que piensen si les gustaría que a sus padres les hiciesen lo mismo. Que recuerden por qué estudiaron Medicina, que se formen, se actualicen , y si ya no están motivados y/o han perdido su vocación, se jubilen o se dediquen a otra cosa, porque trabajan con personas, y el daño que les pueden infligir es enorme.

Para los pacientes/familiares: Los animo a que pregunten, a que se informen, que si no están de acuerdo, que protesten, que reclamen, que denuncien , que no dejen de hacerlo por miedo/vergüenza, si no estas situaciones continuarán repitiéndose.

Para la sociedad en general: Una sociedad/sistema, que valora a las personas por lo que producen y no por lo que valen, está podrida. Dan ganas de decir: paren el tren que yo me bajo. Pero no, con mi granito de arena, seguiré intentando que las cosas cambien, luchando por mis derechos, por los de ese colectivo tan vulnerable que son los ancianos, y también, por supuesto, luchando por los más vulnerables de mi entorno y que no pueden hacerlo por sí mismos (mi madre, mis hijos). ¿Que por qué lo hago? Porque soy sanitaria y además trabajo con ancianos y me encanta.

Porque también soy paciente. Porque sobre todo, soy persona, y esos son los valores que me han inculcado mis padres, y de los cuales me siento muy orgullosa. Y a partir de ahora, más que nunca, lo haré por la memoria de mi padre.