Cartas al director

Los rumores

Indudablemente, uno no es consciente del daño que se puede hacer con un comentario malintencionado. La persona que lo hace, debería medir sus consecuencias y, antes de hablar, debería conectar su lengua al cerebro.

Bien es sabido que el hipócrita inventa un rumor, el tonto lo difunde y el idiota lo acepta sin oponer resistencia.

Jamás he visto hacer tanto daño por dimes y diretes, por rumores, por falacias, por injurias, etcétera. Y siempre la persona que hace esto, lo hace con segundas intenciones, con la intención de “progresar” de subir peldaños. Pero no se da de cuenta que “más dura será la caída”.

No se puede “progresar” hundiendo a la gente. Porque la gente sabe que tarde o temprano se les ve el plumero. Uno tiene que demostrar lo que vale, por sí mismo, sin perjudicar a nadie. Yo nunca lo he hecho.