Cartas al director

Nace y muere el niño Jesús

Iba yo acompañando a dos amigas hacia la dirección de una clínica, cuando se nos cruza una dama acompañada de un perrito: "Mira", dice una de mis acompañantes, "lleva un perro; cuánto más hermosa estaría con siete hijos tirándole de la falda". Nos reímos con aquella salida que los tres considerábamos acertada. Ahora me da vueltas en la cabeza, después de haber visto a más y más perros acompañados por hombres y mujeres de toda especie y raza humana, en cuanto a la edad de cada quien, me da vueltas digo que los perros nos están robando a los niños -a menos niños más perros- teniendo también en cuenta que cuantos menos culitos y "culitas" hay que limpiar en el hogar más "caquitos" y caquitas se ven a ellos y a ellas recogiendo en la calle (cuando se es civil, claro).

Bueno... pues perdón, porque lo de ser dueños de un perro o gato no deja de ser un caso particular, personal y necesario o no de cada quien y de cada cual. De cualquier modo, como quiera que sea el caso de cánidos e hijos..., me lleva a pensar que el día de Nochebuena nos nace el hijo del Padre. Ese Hijo que Dios nos regala el mismo día y a la misma hora cada año. "Nos" lo regala, sí, porque es para nosotros y bien que lo sabemos; lo sabemos tanto, tanto... que durante todo el tiempo que transcurre de una de las veces hasta la próxima, hacemos de Él, por suerte o por desgracia, lo que nos da la gana; desde matarlo de nuevo diciendo que no creemos en Dios o comulgarle en la Eucaristía en gracia.