Cartas al director

El fuego que no se apaga

Quiero comenzar pidiendo perdón, pues en mis escritos, debido a mi temperamento vehemente e impulsivo, puede ser que alguien se sienta ofendido, lo cual no pretendo. Hay una frase de Cristo que dice: "He venido a traer fuego a la tierra y que más quisiera que ya estuviese ardiendo". Por supuesto que no se refiere a un fuego material sino espiritual, amor a Dios. Cuando contemplamos los innumerables monumentos religiosos que existen en España, verdaderas maravillas: catedrales, conventos, santuarios, museos, pinacotecas, etc., vemos como han sido llevados a cabo por personas que vivían ese fuego espiritual al que se refiere Cristo y reinaba también, en términos generales, en la sociedad. Actualmente parece que ese fuego se extinguió. Cuando en una hoguera hay llamas éstas dan luz y calor; cuando se apagan las llamas, parece que el fuego se ha extinguido, pero por debajo de las cenizas quedan las ascuas, si las remueves y das viento, vuelven a producir llamas; esa es la situación actual de España, parece que la hoguera se ha extinguido, pero quedan las brasas que, si las remueves y soplas, vuelven a producir llamas y eso es lo que deseamos todos. Hemos comenzado la Cuaresma, tiempo propicio para reavivar ese fuego espiritual. Aunque no lo parezca, las personas necesitamos experimentar algo que mueva nuestro espíritu hacia lo sagrado, lo divino, pues estamos hechos a imagen y semejanza de Dios; de lo contrario, por muchos bienes materiales que poseamos, tenemos un vacío interior que solo se puede llenar con algo espiritual. Si se vuelve a producir la hoguera, recuperaremos en España nuestra identidad, pues la mayoría de los ciudadanos se declaran católico, y esa fe es la que produce la paz, la unidad y la fraternidad.