Cartas al director

Así no, carta abierta al Pabellón de Club de Fútbol

Viernes, 23 de septiembre, sobre las 18,30 horas, suena mi teléfono móvil, es mi hijo Hermes de 14 años de edad que, con voz temblorosa, me dice: acaban de echarme del Pabellón, ¿estás en casa? Sí hijo, ven tranquilo. Le recibo, nos damos un abrazo y hablamos sobre el tema del fútbol. Está triste y se considera humillado por el Pabellón CF, después de estar ocho años en las categorías inferiores del club. La excusa es que la categoría de la liga gallega de cadete es muy exigente y  hay mucha competencia y él no ha hecho la pretemporada del mes de agosto como los demás compañeros, etc. Otros niños se fueron antes o les obligaron a marcharse por la puerta de atrás sin consideraciones de ningún tipo. No saben que son niños con sus ilusiones rotas y que quieren jugar al fútbol sin mayores pretensiones que hacer deporte, fomentar el compañerismo y hacer amigos, valores que visto lo visto a los dirigentes del actual Pabellón parece importarles muy poco. El fútbol base es mucho más que luchar por un título o tener una buena clasificación en la tabla, algo que a estas alturas deberían saber y no creo que mi hijo u otros que se han ido sean un obstáculo y le quiten la titularidad a ningún compañero del equipo que pueda llegar a triunfar en el mundo del fútbol. A propósito y con esta filosofía llevada a cabo por el club convendría saber si alguien se acuerda de algún jugador salido de la cantera en los últimos años que haya encaminado su vida en el fútbol profesional, que dicho sea de paso suele ser bastante  caprichoso con el destino de los futbolistas por no decir cruel.

Después de esta pequeña reflexión y volviendo al principio es difícil explicarle a un niño adolescente estas cuestiones del fútbol teniendo en cuenta, además, que él estaba en la relación de jugadores que configurarían la actual plantilla del Pabellón Promesas en la liga gallega de cadetes y que no pide ser titular si el entrenador cree que hay otros mejores, pero sí jugar y ser útil al equipo como ha venido ocurriendo en las anteriores categorías del fútbol base en las que ha estado.

Trato de convencer a mi hijo con el anatema de que hay vida después del fútbol y que ahora es muy complicado jugar por lo avanzado de la temporada ya que todos los equipos tienen confeccionadas las plantillas; que lo importante es hacer deporte y que siempre habrá uno  que nos guste y nos ilusione de nuevo. Antes, otros chicos se encontraron en esta situación y lo superaron. Me acuerdo que cuando yo era joven un periodista deportivo muy famoso en aquella época llamado José-María García decía que “lo peor del fútbol son sus dirigentes” y cuya frase hago mía en su actual dimensión.
Quiero que sepan, para ir finalizando, que en esta misiva no hay ningún tipo de resentimiento ni agravio alguno y que tanto mi hijo como yo estamos orgullosos de haber pertenecido durante todos estos años  a la gran familia pabellonista, pero las cosas son como son y hay que contarlas para que en un futuro no nos volvamos a encontrar con estas prácticas poco edificantes que en nada benefician al Pabellón CF como escuela de fútbol base y mucho menos expulsar a unos niños del equipo sin que medien cuestiones disciplinarias de por medio, privándoles de jugar a su deporte favorito.
En sus manos está rectificar. Que así sea.