Cartas al director

San Antonio

Desde muy pequeño me enseñaron que cuando se perdía o se olvidaba algo, había que rezarle un padrenuestro a San Antonio. Incluso había un responso ad hoc. Si soy sincero, también es cierto que pocas cosas he perdido o extraviado a lo largo de toda mi vida.

Pero cuando así fue, San Antonio se portaba bien y siempre hacía caso a mis peticiones, previo rezo y luego un pequeño donativo, sobre todo cuando era su fiesta. Si alguna vez, que las hubo, me olvidaba del óbolo o quizás las oraciones eran muy huecas o forzadas, se hacía esperar un poco o un mucho. Por eso me dijeron que era muy pesetero. Que siempre quería dinero.

En ello he creído hasta hace muy pocos años. Y me explico: 

Desde la puerta de mi casa al hórreo hay exactamente 10,57 metros, en donde tengo plantado un rosal. Una tarde podándolo, perdí o extravié la tijera, que era la  que trajo mi abuelo de Cuba. Y por más que anduve desde la puerta de la casa al hórreo, buscando y rebuscando, no aparecía. Incluso en sitios y lugares diferentes, por aquello de que uno pierde el oremus al estar muy lejos de lo que está haciendo. Era la primera vez que San Antonio me fallaba clamorosamente. Hice caminos del recorrido yendo y viniendo sin dar con su rastro. Alguna vez, incluso, dos veces al día. Ya iba a hacer un año, y cuando más pensaba en ella era cuando podaba con una que no se adaptaba a mi mano por lo extraña y mala que era. De chinos era o tenía que ser. La echaba de menos. Ni les cuento las cavilaciones, cuentas y elucubraciones que hice sobre el terreno buscándola.

Un día, una señora hablando de San Antonio me dijo lo pesetero que era, que el mejor era San Francisco. Tomé nota. Y me acordé de mi tijera. Ya mismo le recé algo. Luego a la tarde fui todo el camino rezando, unos cinco minutos. Si, ya sé que no es lo mismo decir moros vienen que verlos venir. Pero créanme, encontré la tijera de mi abuelo.  Desde ese día cuando extravío algo echo mano de San Francisco, y se lo juro, siempre cumple y rápidamente. Si no me creen, prueben,  hagan la prueba. Y luego  hablaremos.