Cartas al director

Sanidad Pública

Pasados unos días desde que mi hija recibió el alta “total” del problema que la tuvo un mes ingresada y con medicación, tengo la necesidad de escribir esto para agradecer a todas y cada una de las personas que se cruzaron en nuestro camino durante ese tiempo.

Primero fueron once días ingresada desde que llegamos a urgencias para solucionar el problema (pensando que no era tan grave) hasta que le dieron el alta parcial y nos pudimos ir a casa. Mención especial a las enfermeras de la planta 6ª de la parte vieja, fueron un encanto con nuestra hija y con nosotros. Más allá de su deber como enfermeras, siempre tuvieron palabras de ánimo con ella, no sólo cuando venían a tratarla, sino cuando venían simplemente a darle un poco de charla.

Todos los celadores y celadoras que la bajaron para que le hicieran pruebas, y no me quiero olvidar de la médica que nos tocó: un 10. Cómo la trató, cómo hablaba con ella, y explicándonos todo con mucho detalle (incluso haciéndonos dibujos) y detenimiento; lo que tenía, de la posible evolución, tanto hacia la mejoría, como los posibles problemas que nos podríamos encontrar. Un verdadero ejemplo.

Tras el alta parcial, nos mandaron a casa y estuvimos tres semanas más con HADO (hospitalización a domicilio). Todos los días a cambiar el medicamento y a hacer las correspondientes curas, pero siempre con una sonrisa y con palabras de ánimo. Igualmente, a todo el personal que pasó por casa, un placer y un honor que se hubieran cruzado en nuestro camino.

Me alargaría mucho más, porque no me voy a cansar nunca de hablar de los grandes profesionales que tenemos en la sanidad pública, la que todos pagamos y a la que tenemos que seguir ayudando a crecer porque ellos son los que nos dan la salud. El bien que todos queremos y necesitamos para hacer cualquier otra cosa en la vida.