Cartas al director

Pedro y el lobo

Ya dijo el escritor Anatole France (cercano a la Sección Francesa de la Internacional Obrera, a la postre Partido Socialista Francés), que “sin mentiras, la humanidad moriría desesperación y aburrimiento”. Aquí, en nuestro país, el primero en ponerlo en práctica fue nuestro campeón nacional, Rodríguez Zapatero, al que se ve que le aburría y bastante la economía. Una y otra vez afirmó con rotundidad que no había crisis, que tan solo se trataba de una “desaceleración acelerada”, hasta que vino su colega Solbes a cantarle bajito y al oído que fuesen pidiendo la cuenta. 

No nos tiene que extrañar. Los socialistas siempre han sido expertos en renombrar o inventarse nombres, como si eso significase ser progresista y les diese caché. No solo en esto pretenden ser ingeniosos. También ansían reescribir la narrativa y que la aceptemos dócilmente, como si fuéramos un rebaño sin memoria, ni siquiera histórica. Mienten con una facilidad pasmosa, y no solo por aburrimiento. En ocasiones incluso se hace evidente que mienten por el bien común (por el suyo, claro está). 

Los que se preguntan cómo puede ser que el PSOE todavía tenga ese apoyo que dicen las encuestas, sólo se explica porque sus fieles incondicionales o se han creído o quieren creer lo que Sánchez les susurra cada noche para que se duerman y no hagan ruido. 

Al igual que en la historia infantil, Pedro les dijo que no pactaría con Podemos ni con Bildu, que no eliminaría el delito de sedición, que no tocaría la malversación y que la amnistía era anticonstitucional. Y como en el cuento, sigue gritando que la amnistía conseguirá que el independentismo desaparezca, que es lo mejor para el país y que supondrá un tierno reencuentro. 

El tiempo pone a cada uno en su sitio y sus hooligans se acabarán dando de bruces con la realidad. Tarde o temprano, más bien tarde, se darán cuenta de que Pedro les ha mentido otra vez, porque al igual que en el cuento, el lobo del independentismo se habrá comido no solo la convivencia de este país, sino también lo que queda del PSOE. 

Pedro se irá por la puerta de atrás, como siempre, riéndose de todos. Aunque a mí personalmente solo me vendrá a la memoria una frase; la del genial Groucho Marx: “Nunca olvido una cara, pero con usted haré una excepción”.