Cartas al director

Techos de cristal / techos de hormigón

El negocio que mueve el mundo de la exclusión social y su influencia en cómo la encaramos en las políticas públicas deja  muy claro que la forma en que opinamos de la pobreza tiene consecuencias sobre quienes la padecen. En este caso hablo exclusivamente de la población sin hogar; en la mujer este riesgo se acrecienta. Pero no tratemos de romper los techos de cristal de la mujer común, sino el techo de hormigón de las personas sin Hogar. Sean hombres o mujeres, es una realidad que se deja ver con  frecuencia. Una vez que los desahucios y la pobreza energética han entrado en la agenda política, cabría pensar que las personas Sin Hogar no deben seguir siendo invisibles cuando ambas cuestiones les afectan. Si acaso de movilizar los recursos de la vivienda en alquiler social.

 Ellos son la población que padece más que nadie los casos extremos de cada ola de frío, es decir, la pobreza energética. La Coruña, Valencia, Vigo, y Mallorca, son ciudades en las que se han producido ultimamente muertes por esta causa. tal circunstancia sigue sucediendo año tras año. Ya sabemos que todo esto es duro de aceptar: ellos como ellas padecen el rigor climático en condiciones extremas. 

El riesgo de la vida en la calle se acrecienta -como decía- en la mujer Sin Hogar.  La mujer que recibe malos tratos en la calle se enfrenta con graves limitaciones ante esa violencia.  En si misma, la violencia de género anula a la persona y la hace vulnerable; pero si a eso le añadimos ser una mujer Sin Hogar los peligros se acrecientan. Hay una dinámica que se caracteriza por una especial dureza. Entre ellas el impacto físico y emocional de la violencia sexual. Lo que exige políticas en materia Sin Hogar desde una perspectiva de género.