Cartas al director

El perro que muerde y el dueño impasible

A Valenzá es un barrio tranquilo donde poder vivir en calma, con amplias zonas verdes donde poder disfrutar, paseos infinitos que acompañan a estar activo, zonas de picoteo y el sentir de estar en casa, aunque seas forastero, por el buen rollo y la cercanía de sus habitantes. Hace exactamente 6 meses que vivo aquí, con mi perro; a orillas del río, comodidad y confort, si te gusta disfrutar del medioambiente y la gente agradable, pero, hay algo que rompe la burbuja de serenidad…  

Recién llegada a mi nueva ubicación, unos meses atrás, en una noche de otoño que solo acompañaba a quedarte en casa al calorcito, paseando con mi perro me encontré con un grupo de chicas con sus mascotas. Se molestaron en ponerme al día sobre las zonas del barrio más seguras para pasearlo y los puntos conflictivos; no entendía por qué sea hacia hincapié en la necesidad de tener cuidado, cuando yo notaba que el que ya sentía mi barrio era el lugar más seguro donde poder vivir…  Ahí, ese día, fue la primera vez que oí hablar del sujeto y el perro que atañe a esta noticia: “Hay un señor con un pastor alemán, lo lleva suelto y ya ha atacado y mordido a más perros por la zona del río, ten cuidado y estate alerta, porque no lo frena”. 

Dejé pasar el comentario, aunque bajaba preocupada por el río las semanas posteriores a enterarme, sobre todo a la noche… Un mes después, dirección al parque de perros de A Valenzá, me encontré a una pareja con sus mascotas. Les comenté a donde íbamos y si querían acercarse hasta allí para que siguieran jugando nuestros amigos peludos… horrorizados me contaron más historias, negándose a ir al parque. 

Me quedé con la mosca detrás de la oreja, y dejé de pasear por las noches y de querer volver al parque de perros. Así pasaron los días, protegiéndonos a mi perro y a mí de alguien que desconocíamos. Hasta este domingo, el último día de las fiestas de la Valenzá. Nos dirigíamos al campo de la fiesta, paseando por el río, de frente nos encontramos a una chica, buscaba algo y se nos acercó desconsolada, entre sollozos intentó explicarnos que se había escapado su perra, que un pastor alemán la había mordido y que huyó asustada, que si la veíamos la avisáramos. No nos dijo nada más y se marchó buscándola.  

La empatía se apoderó de mí, así que, sin más, me decidí a dejar la fiesta a un lado y buscar a esa pobre perrita que seguro estaría muy asustada. Empezó a llover a cántaros, y seguíamos buscándola desesperados, la causa era común, como si la perra fuera de todos y todos la hubiéramos perdido, y hablo en plural, porque toda persona que nos encontrábamos de frente se unía a la búsqueda. Después de dos horas, muy, muy largas, ¡la encontramos! Muerta de miedo, mojada y con heridas de mordeduras profundas. 

Al llegar a casa, empapada y con la adrenalina por las nubes, me invadió un sentimiento de impotencia, lo mismo que sentía al no poder salir a pasear por las noches, ¿por qué tenemos que sentir miedo en nuestro propio barrio?, ¿por qué tenemos que dejar de hacer lo que queremos y cuando queremos con nuestras mascotas por alguien que no sabe educar a su perro y respetar a los demás? Ese hombre y su perro tienen interpuestas muchas denuncias, pero no se ha hecho nada, vivimos con alarma cuando salimos a la calle con nuestros peludos. ¡No existen perros malos, sino dueños que no saben y no ponen remedio a los problemas! Así que, me he puesto a la cabeza de muchas/os dueñas/os que queremos soluciones, soluciones reales a problemas que son comunes y que atañen a una gran mayoría de habitantes del barrio de A Valenzá.