Cartas al director

Cameron, el caballo de troya perfecto

Ha engañado a todos. Y ha sido capaz de conseguir con magistral astucia su verdadero objetivo: que el Reino Unido saliese de la Unión Europea. Cameron, la criatura de la City, el protegido de los financieros, el adalid de la reina que no es sino la verdadera "alma mater" de la pérfida Albión, todos ellos en el fondo no deseaban sino librarse del disciplinado corsé que Bruselas impone, y de paso, aplastar al que es desde estos momentos su principal competidor en los mercados. Ha sucedido lo que en tiempos, con sagaz visión, alertaba Charles de Gaulle: No les dejen entrar o dinamitarán desde dentro la Unión, entonces incipiente. ¿Donde están ahora todas las agencias de estudios de opinión y sus encuestas que proclamaban la victoria del "remain"? ¿Han oído Vds. que los medios de comunicación, afines o no, les hayan levantado el menor reproche siquiera? ¿No será que los amos de ambos son los mismos? En un solo día de debacle bursátil, cientos de miles de millones de euros de incautos holdings de inversión, incluidos los institucionales, han ido a parar a los bolsillos de los que traman destruir la UE. 

Cameron, el nuevo Ulises, ha asestado el mazazo en el peor momento, aquel en que el espíritu nacional sobresale en naciones de la Unión: Finlandia, Austria... todo ello amalgamado con la indiferencia o la hostilidad de unos y otros hacia la vida de millones de refugiados, cuyos padecimientos resultan inimaginables para nuestra acomodada y egoísta sociedad. Se desvanece el sueño europeo. No podrán revitalizarlo con frías medidas económicas, hace falta algo más, mucho más. Sólo podrá reavivarse si un proyecto común de gran altura moral reunificase todos los esfuerzos y aglutinase nuevamente a todas las naciones de la Unión, como un símbolo de fortaleza moral. 

El desafío está ahí, a nuestras puertas, en la mirada de los refugiados, de los niños. ¿No les dice nada el corazón?