Cartas al director

Era de esperar

No hacía falta tirar de mucha imaginación, solamente usando la lógica se podía prever el resultado del reparto de ese gran pastel que son los Presupuestos Generales del Estado. 

Se han confirmado todas nuestras sospechas, con el lote para Cataluña a la cabeza. Es increíble cómo al Gobierno se le ha abierto la mano para con los malos en detrimento de los fieles y amigos del país. Con tal de seguir en La Moncloa se vende el alma al diablo, ese diablo que se le va a volver en su contra en cuanto se dé media vuelta. 

Y es que si fuese de justicia un reparto diferenciador nadie se rasgaría las vestiduras, pero al ser por verse víctima de un chantaje, la cosa pasa a ser de un nivel de gravedad bastante indeseable. 

Con este tipo de cesiones solo estaremos criando cuervos para que se nos coman los ojos en cuanto se les ponga de vuelta la vena independentista, que dicho sea de paso incluso desde antes da la democracia tan buenos dividendos les han reportado las continuas lloreras. Y entretanto la historia se repite, a las comunidades cenicienta nos toca seguir esperando justicia. Esa injusticia duele más por ser vista como un premio a los malos que seremos los buenos los que tengamos que pagar. Todo incremento para unos es por necesidad detrimento para el resto y encima hacer parecer que tengamos cara de satisfechos. Cara de parvos, diríamos.