Cartas al director

El espíritu constructivo

Un ordenamiento sociojurídico es para algunos autores la expresión de normas positivas, en que el partido que ha accedido al poder político ha querido transformar sus propios sentimientos previamente vividos de menosprecio social. También a la inversa, todo partido perdedor que intenta combatir desde abajo contra el sistema de derecho selectivo tiene que cambiar creadoramente en normas positivas de derecho sus representaciones morales inicialmente negativas, antes de concurrir por el poder político.

Todo ordenamiento jurídico representa la encarnación de los sentimientos particulares unidos bajo un factor común: la creación de una sociedad alternativa más atenta con todas las sensibilidades, especialmente la de los excluidos sociales. La transición no fue sólo un pacto entre desiguales para conseguir unas condiciones mínimas para el desarrollo democrático de una sociedad abierta, sino un levantamiento popular a través de huelgas muy importantes que hizo exclamar en retirada a Fraga Iribarne, entonces ministro del Interior: “La calle es mía”. Después de aquellas manifestaciones y de aquellas huelgas todo cambió y se pudo pensar en un pacto en el que se resolvió el dilema dictadura o democracia. Ahora el pacto tiene otros contenidos y otros actores, no siempre acuciados por los mismos intereses.

No estamos en momento ni de las brabuconadas ni de las huidas de la solución realista y pragmática de las situaciones creadas por políticas equivocadas o por la desidia de los dirigentes empantanados en la autocomplacencia.

Se impone con fuerza el recurso al espíritu creativo. El primer paso para el progreso es la confianza en los pasos que han de dar los actores. Hasta ahora no han dado demasiado argumentos para apoyarlos. Son débiles dentro de sus mismas agrupaciones. Pero a corto plazo hemos de confiar en ellos porque de momento no tenemos repuesto inmediato. Uno de los efectos de la crisis es el empobrecimiento ideológico de los políticos. Se han cerrado puertas y ventanas para que no circulara el debate de nuevas ideas y propuestas alternativas. La historia es un tejido de bajezas donde brillan algunos luceros para orientarnos durante la penumbra de la noche. A la larga las víctimas acaban triunfando sobre los verdugos.