Opinión

Dune...


Aún no sé cómo voy a titular esto que están leyendo. Mi única certeza es que casi siempre pareciera que estamos asignados al presente, no por la magia, no por el sueño, tampoco por el azar, sino por la brusquedad e impaciencia del Determinismo. De este modo, al igual que las páginas gastadas de un periódico han sido empujadas por el viento contra la puerta cerrada de una casa, también se acumulan las invectivas, los documentos, los signos del carácter y del deseo y todos los martillazos perpetrados contra el corazón (propio y ajeno) como si fueran los renglones de una cuenta interminable que hay que pagar. Y cada gesto ejecutado sobre el escenario, aun el más nimio y accidental, queda inscrito en una poderosa cadena de causas y efectos. 

 Tomo como ejemplo mi decisión, esta mañana temprano, de no escribir nada acerca de esto. Y me pregunto, ¿podría haberlo evitado?  ¿Es posible elegir lo que hacemos o no? Según Robert Sapolsky, profesor de Standford, neurocientífico y biólogo, la respuesta es no. En su libro reciente, “Determinados, la vida sin libre albedrío”, justifica que la libertad de elección no es posible. O en otras palabras, no tenemos el control. De esta forma, el libre albedrío, desde las bases de la biología y el estudio del cerebro, no es más que una ilusión, un espejismo mental.

 Me hago cargo de que el tema es un auténtico  campo de minas y decido (o eso creo) dejarlo pasar antes de que la maniobra envolvente del cine me atrape para ver “Dune, segunda parte”. Me dejo reabsorber en la oscuridad de la sala.

 El “Dune” firmado por Denis Villeneuve, basado en el libro de Frank Herbert de 1984, se despliega combinando imagen y música (Hans Zimmer) como una sustancia homogénea y deslumbrante que te hace volar. No contaré la trama pero (es curioso) algunos conceptos poseen tanta resonancia que merece la pena apuntarlos aquí. Veamos.

 Uno. La guerra entre los Fremen y los Harkonnen por la hegemonía del planeta Arrakis plantea un dibujo de dicotomías bastante familiar. Por ejemplo, sostenibilidad y capitalismo extractivo, globalización y soberanía, absolutismo y derecho, religión y tecnología. ¿Les suena?.

 Dos. El protagonista debe escoger entre quedarse con su chica o convertirse en el Mesías (un elegido) que salvará el mundo. Tiene toda la pinta de una profecía autocumplida pero quién sabe, habrá que esperar a la tercera parte. ¿Les suena?

 Tres. Mientras que los hombres asumen de forma plana el papel que el destino y el poder les depara, las mujeres usan su influencia para conducir el curso de la historia. Para ellas, el Determinismo no es aceptable. Todo está por hacer y no hay nada escrito. ¿Les suena?

 Vaya, salgo del cine mucho mejor. La realidad ya no habla por su herida y tengo al fin un título que poner. Justo ahí arriba.

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