Opinión

Secretos (indignos) de familia

Hace años, en TVE, vi lo que se llamó un documental y que en realidad se trataba de una película, no de las de muy al uso, pero si de una sucesión de imágenes que narraban el acontecer de los años habidos en el seno de una familia que se diría algo peculiar. Era, en resumen, el devenir de una familia, una mirada a su historia, solo que en vez de ser contada por un narrador ajeno a ella, lo era por sus propios miembros.

Confieso que me resultó tan desagradable que no terminé de verla. Tuve que esperar a una segunda reposición para contemplarla entera. Lo hice entonces llevado de un ejercicio de voluntad que me eximiese de realizar críticas infundadas e injustificables. Vista por segunda vez, completada ya esa visión, siguió pareciéndome un ejercicio deleznable el realizado por Felicidad Blanc secundada por los tres vástagos del matrimonio que había formado con el poeta Leopoldo Panero, a saber: Juan Luis, Michi y Leopoldo María. El resultado se me antojó deleznable. No la realización del documental, no su ritmo ni sus secuencias, tampoco la calidad de las imágenes pues se trataba, todavía se trata de una película bien hecha, bien dirigida, digna.

Lo indigno que había en ella, al menos en mi modo de entender, era el comportamiento de sus protagonistas, empeñados en dejar al desnudo a su madre, empeñada esta en no mostrar mejor a su difunto esposo y empeñados todos en enseñar sus miserias del modo más descarnado y cínico.

Este es, al menos, el recuerdo que guardo de aquella película. Ignoro si de volver a verla hoy, ya por tercera vez, mi opinión seguiría siendo la misma. Igual me atrevo a ello cualquier día y voy y se lo cuento sabiendo que a quien no le interesen o bien estas cosas, o bien mis opiniones, enseguida dejará de perder el tiempo y abandonará la lectura..

Hace unos días, también en Televisión Española, en esta ocasión en su segundo canal, pude ver otro documental titulado "La danza de Formentor" en el que su protagonista, una moza rubia de veintiséis abriles, danza de vez en cuando y se columpia durante casi todo el resto del tiempo a lo largo del que el documental se prolonga.

Camilo José Cela tendría ahora cien años. Ese y no otro parece ser motivo en el que se sustentan los más de los participantes en la cinta, para que su nieta Camila dance de vez en cuando y entre col y col meta lechuga; es decir, para que aproveche y nos cuente quien, según ella, era su abuelo. No el escritor, no la obra que nos legó, tampoco la no relación que mantuvo con ella -muy de lamentar, por cierto- sino lo que hubo de positivo en su obra literaria mientras esta fue llevada a cabo en Mallorca, al lado de Rosario Conde, su primera mujer, quien ciertamente fue un apoyo importante para que esta fuese llevada cabo. Del resto poco y malo. Yo no traté mucho a Camilo José Cela y no sé si podré llamarme amigo suyo, pero en todo caso sí lo traté lo suficiente como para no ignorar los tiempos que precedieron a la intervención quirúrgica que realizó en su vientre el pontevedrés Barros Malvar, los posteriores y anteriores al Nobel e incluso los correspondientes a sus exequias fúnebres; unos funerales a los que no asistí gracias al enfado que me produjo la actitud de su viuda cuando, en la mañana anterior a la hora del entierro, hablamos de cómo a CJC le hubiera gustado que este se realizase y él me había comentado en repetidas ocasiones.

Quiero decir con esto que no pretendo defender, ni mucho menos, a la ex marquesa viuda de Iria Flavia, sino indicarle a su nieta que por muy bien que baile no está en el completo derecho de poner a caldo a su antecesor del modo en que lo ha hecho y que reflexione en que si el ambiente en que ha vivido ha sido el más favorable para obtener otra visión de su abuelo algo menos desfavorable de la que profesa. A estos efectos le pondré un ejemplo. Afirma Camila en su intervención ante las cámaras, tan fácilmente conseguida posiblemente gracias a ser nieta de quién es y a la expectativa de que se expresase como tuvo a bien hacerlo, que su abuela, a la que nadie resta méritos, no acudió a Estocolmo porque la hoy ex marquesa viuda de Iria Flavia se opuso a ello. Es una versión coherente, es cierto, pero bueno era su abuelo para imposiciones de ese tipo. Charo Conde hubiese acudido a Estocolmo de no haberse torcido las cosas y hubiese abierto el baile de gala de los Peremios Nobel e, brazos de quien había sido su esposo. Tuve en mis manos sus billetes de avión, a instancias de Camilo, y fui yo quien impulsó su anulación también a instancias del recién premiado. ¿Por qué CJC se volvió atrás en su decisión primera? En aquellos días, la revista "Interviú" publicó una entrevista hecha a Rosario Conde en la que esta contaba cuándo, cómo y con quién había mantenido relaciones extramatrimoniales, por decirlo finamente. Al tan altamente galardonado no le gustó nada la confidencia, por inoportuna y montó en cólera. Llamó y exigió que se devolviesen los billetes. Quizá, como en toda historia de amores y desamores, su nieta haya atendido únicamente a un aspecto de esa relación; por eso es bueno que sepa que su abuelo, por decirlo rápido, fue escasamente proclive a dar explicaciones acerca de su privacidad. Otra cosa es que no fuese feminista y sí en cambio algo mujeriego, según el mismo afirmó en más de una oportunidad y creo que era cierto; sin embargo nunca, que yo sepa, dio publica noticia de sus devaneos y ni mucho menos tuvo la mala ocurrencia de dar nombre alguno.

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