Opinión

Orensanía, Made in USA

El congreso sobre literaturas de la península ibérica, celebrado en el prestigioso Rollins College, situado en el centro del Estado de La Florida, dedicó una sesión a la cultura y a la literatura gallega. Primavera de 1987. Los participantes: César Oro García, natural de A Veiga, Lalín, profesor de la Howard University, en Washington, D.C.; Xan González Millán, natural de O Grove, profesor de Hunter College, Universidad de la ciudad de Nueva York; Amado Ricón, natural de Redondela, profesor del College of Staten Island, Universidad de la ciudad de Nueva York. Y Antonio Carreño, natural de Parada de Sil, profesor de Brown University, Providence, estado de Rhode Island. Unía a los cuatro una entrañable camaradería: una lengua en común (castellano, gallego e inglés), una identidad espacial, Galicia, y sobre todo, un quehacer académico que tenía como objetivo realzar y, establecer lo gallego en el currículum académico de las universidades de prestigio en Estados Unidos. Los cuatro conferenciantes versaron sus presentaciones sobre Pondal (Ricón), Rexurdemento galego (González Millán, fundador más tarde del Anuario de Estudios Gallegos), perífrasis verbales en gallego (César Oro), y A Esmorga, de Eduardo Blanco Amor (Antonio Carreño). 

En el previo congreso internacional sobre Rosalía de Castro e o seu tempo, que organizó el Consello da Cultura Galega y la Universidad de Santiago de Compostela (1986), ya nos habíamos dado a conocer los cuatro, con objetivos comunes. Trasladar al mundo académico de Estados Unidos el galleguismo de una cultura única e iirepetible en el marco de la Unión Europea. Ya había dado un primer paso la norteamericana Katheen March, profesora de la Universidad de Maine, casada con un profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, forofa galleguista, quien, y como punta de lanza, organizó el Primer Congreso de Estudios Gallegos en su Universidad (Maine), y dio voz a la Asociación de Estudios Gallegos. El segundo congreso, de la ya establecida Asociación, ahora con el añadido de Asociación Internacional de Estudios Gallegos, se celebró en Brown University. Al frente quien escribe como organizador y presidente de la Asociación. 

En el otoño de 1988 llegaron a Brown unos doscientos congresistas: desde la lejana Escocia (Katheen Davies), Francia, Italia, Canadá (Universidad de Toronto, de Quebec), Puerto Rico y uiversidades norteamericanas. Al frente, y en representación del Consello da Cultura Galeta, Carlos Casares, acompañado por Alfredo Conde, de aquellas Conselleiro de Cultura de la Xunta de Galicia Orensanía en pleno, contando con el catedrático de la Universidad Complutense, José Luis Varela, que ya jubilado, pasó en su última etapa a la Universidad de Texas, en Austin, con un a cátedra de distinción que había ocupado previamente Juan López Morillas, profesor emérito de Brown. 

Carlos Casares cerró el Congreso con una excelente plenaria sobre don Vicente Risco. Y de destacar la excelente conferencia de la argentina Mirta Comandone, profesora de la Universidad de Toronto, sobre la poesía de la orensana Pura Vázquez. Un invitado de honor José Ángel Valente, residente en Almería, que declinó la invitación por problemas de salud. Tres años más tarde, en 1991, las ponencias del congreso de Brown vieron la luz en la Editorial Galaxia, con el título de Actas del Segundo Congreso de Estudos Galegos. Una vez más, Carlos Casares gestionó su publicación. Fueron dedicadas a José Amor y Vázquez, distinguida figura del gallego de tres mundos. Nacido en Ribadeo, saltó de niño a La Habana, más tarde a Venezuela y finalmente a Brown donde se doctora y se jubila el año de la publicación de las Actas del congreso. Fue de aquellas mi mano derecha en la dirección del Departamento de Hispánicas considerado como uno de los más distinguidos del país

Al segundo congreso de estudios gallegos en Brown le siguieron el de Oxford, Nueva York, Trieste, La Habana, Barcelona, etc. El último, en 2022, en Cracovia (Polonia). Y con la bandera en alto del orensanismo, Cristina Moreiras y su hermano Alberto Moreiras (naturales de Celanova); la primera desde la distinguida Universidad de Michigan, en Ann Arbor, el segundo desde la universidad A&M de Texas. Durante los cuarenta y dos años de estancia en prestigiosas universidades norteamericanas, siempre he estado de vuelta. A veces aprovechando los años de sabático, otras como profesor visitante en la Universidad de Valencia y de Santiago de Compostela, al igual que como conferenciante invitado. Necesitas respirar los aires de tu aldea; el deslumbrante paisaje de la Ribeira Sacra; oír el cantar de las aguas hacia el rio Sil, contemplarlo, asombrando, su pausada tibieza hacia el encuentro con el Miño. Río milenario, mítico, icono vívido, presente en el quehacer de aquellos frailes, presentes en el cenobio de Santa Cristina, o en el magno de San Estevo. Lo canta Luis de Góngora a su paso por el palacio del séptimo conde Lemos, Y en un célebre soneto de 1609: “Llegué a este Monte Fuerte, coronado/ de torres convecinas a los cielos,/ cuna siempre real de tus abuelos,/ del Reino escudo, y silla de tu estado”. 

Pozos de lavar, viejos molinos, el mirador de Cristosende, los carros que ya no cantan en la Ribeira Sacra, la poeta orensana Pura Vázquez, Carlos Casares, el sueño americano, tratantes y feriantes, lágrimas para una aldea, Requiem por un senador, Ted Kennedy, los espacio del habla, -los fiadoiros-, son algunas de las crónicas que saltaron al periódico La Región. Tal vez sea el más representativo, y que marca una nueva historia en el quehacer de la vida rural de la Ribeira Sacra, el titulado “Ya no cantan los carros en la Ribeira Sacra”. Nostálgica premonición de un paisaje social nuevo. Lo marcaron las aldeas vaciadas, la huida a la ciudad industrial, la despoblación, los campos, yermos, sin labrar. Y la nueva industria: el turismo rural. 

(Parada de Sil)

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