Opinión

Alejo

A Vidal Quadras no le molesta en absoluto que le llamen Alejo y no

Aleix que es su nombre en catalán. Alejo Vidal Quadras, a diferencia de

Pepe Luis Carod Rovira es un catalán que no renuncia a su españolidad y

es sobre todo un hombre de talante cierto, con un sentido profundo del

Estado, tolerante, inteligente, brillante y además una víctima política

de la intransigencia totalitaria que anima la estrategia del

nacional-secesionismo en Cataluña y, sobre todo, de la servidumbre del

pacto de Aznar con Pujol para poder gobernar en 1996.

   Alejo lleva peor lo segundo que lo primero dado que fue el jefe

político de su propio partido quien entregó su cabeza en bandeja de

plata al entonces presidente de la Generalitat a cambio de apoyo

parlamentario. El error cometido por Aznar pudo enmendarlo después

cuando el PP ganó las elecciones por mayoría absoluta y sin embargo no

lo hizo. En 2000 liberado de la dependencia de los nacionalistas, Aznar

debió traerse a Alejo de Bruselas y restituirle al frente de su área

natural de influencia política donde se le quiere, admira, apoya y,

sobre todo, se le echa de menos desde que fue apartado. De haberlo

hecho así, el PP catalán habría recuperado su norte político, perdido

desde entonces y aún no encontrado como demuestran sus pobres

resultados electorales, y Rajoy tendría ahora al candidato idóneo con

el que sumar los escaños catalanes imprescindibles para conseguir la

victoria ante Zapatero.

   La herida política que Aznar le abrió a Vidal Quadras no ha

dejado de supurar y lamentablemente ya es demasiado tarde para que

cierre y cicatrice antes de la coyuntura electoral de marzo. Esto

significa que Rajoy no podrá contar con él como candidato, aunque se lo

pidiera, pero sí como apoyo y referente de la campaña electoral de los

populares en Cataluña. Para ello sería conveniente que el líder del PP

no desdeñara e hiciera suya la propuesta de reforma constitucional que

impulsa el propio Vidal Quadras desde la Fundación Concordia junto a

otras cuatro asociaciones cívicas más, Foro de Ermua, Convivencia

Cívica Catalana, Fundación para la defensa de la Nación Española y la

Fundación Papeles de Ermua, con el necesario propósito de neutralizar

políticamente a unos nacionalismos que lejos de integrarse durante los

últimos 30 años en que se ha hecho todo lo posible para ello, han

devenido en fuerzas, como dice el propio Alejo, 'abiertamente

secesionistas en rebelión subversiva contra el Estado'.

   La reforma es ambiciosa y delicada y para ser acometida tienen

que darse supuestos y factores coincidentes como la derrota en marzo de

Zapatero y su sustitución al frente del PSOE por otro dirigente que

tenga el bagaje conceptual y moral para dirigir un gran partido

nacional que no tiene el actual inquilino de la Moncloa, y la rúbrica

de un gran pacto de legislatura o de gobierno de socialistas y

populares, con el fin de que el apoyo de los secesionistas deje de ser

imprescindible para la gobernación del Estado. Son demasiadas

carambolas pero ninguna imposible y por tanto susceptible de

producirse. Veremos.

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