Para resultar una émula de las constantes y laboriosas abejas a la
fotogénica y simpática ministra de Vivienda no le ha cundido. Una pena
que haya mal gastado el colosal esfuerzo que supone el trabajo continuo
durante '70 días con sus 70 noches' para presentar una copia, al fin y
al cabo, de lo que ya teníamos y nos legó Trujillo tras su descriptible
paso por el mismo departamento.
Carme Chacón me inspira afecto y simpatía, quizá por la
sinceridad con la que expresó su dolor y tristeza por la desaparición
de un adversario político como el recordado Gaby Cisneros con el que
compartió la tribuna del Congreso, pero no tanta indulgencia como para
pasarle por alto el plagio de un plan sobre ayudas a la vivienda de
alquiler que no ha funcionado, a la vista está, y por el que su
antecesora en el ministerio cosechó además de indiferencia una manta de
palos dialécticos cada vez que abría el pico para contarnos alguna
ocurrencia.
El 'plan Carme de los 70 días con sus 70 noches' presentado a
ritmo de urnas en la escalinata de la Moncloa por la propia titular de
vivienda y el presidente evidencia la improvisación con la que se
produce el gobierno de Zapatero en los 'minutos basura' de la
legislatura, urgido, sin duda, por llegar a marzo liberado del lastre
que supone haber perdido el tiempo tras haber consumido 1.248 días con
sus 1.248 noches, el 86% de su mandato, entretenido en hacer lo que ha
hecho con el resultado por todos conocido, y dejando de hacer lo que
debería haber realizado; entre otras cosas articular una política
social realista y acorde con unas nuevas medidas
económicas. Para ello ha puesto en marcha la costosa campaña de
publicidad e imagen con la cantinela 'gobierno de España' y una batería
inconexa de propuestas sociales que han aflorado como níscalos otoñales
en estas últimas semanas del estío; muestra palpable del
exasperante ánimo electoralista que las inspira.
Si el modelo y alcance de lo que le queda por prometer en materia
social está en línea con el 'chequebaby' de 2500 euros, cuya eficacia
cuestionan sindicatos y empresarios, y con las propuestas de vivienda
que no entusiasman ni a los socialistas, mas le valdría al presidente
encaminarse por la senda de la discreción y prudencia económicas que
le aconsejan Solbes y Mafo antes de seguir cosechando reveses y
críticas de propios y extraños. Y eso que ganarían los bolsillos de
todos los españoles.