Opinión

La casa del presidente y el turismo

Creo que Andrés Dobarro cuando cantaba aquello de "o tren que me leva pola beira do Milo" se refería a aguas abajo, rumbo a la desembocadura. En Ourense somos más de remontar, no solo resultados, malos presagios y farios. Como el salmón, desovar en el mar y luego remontar aguas arriba. En días pasados quedaba el Miño a la derecha porque el tren iba en dirección Monforte. Era el Tren Turístico, no el de Andrés Dobarro, pero iba pasiño a pasiño igual que el suyo. Llega a Os Peares y la guía turística da unas cuantas explicaciones sobre el singular paraje, advierte que a la vuelta habrá más explicaciones pero acierta a decir que en el pueblo nació "nuestro presidente de la Xunta". ¿Dónde?, preguntan algunos en el vagón. Allí, en aquella casa de tres pisos dice Loly, una viajera que maceró su niñez en el mismo lugar. Ese allí era señalar la casa de la señora Eladia, abuela de Alberto Núñez Feijoo, frente a la del alpargatero.

El candidato del PP regresó al lugar de su DNI, tal vez de su ADN en días pasados. Una pancarta que decía "Alberto Noso Presidente" colgaba de un lado a otro de la carretera. El aspirante popular jugaba en casa, nunca mejor dicho, y la hinchada nunca abronca al jugador hasta que falla una ocasión clara de gol y de momento Alberto ha ganado todos los partidos. Ser de Os Peares es un buen ejemplo para hacer carrera política porque allí no hay nada eterno, todo fluye, nada permanece, como pronosticó Heráclito. Un pueblo atravesado por dos provincias, surcado por tres ríos, que pertenece a tres partidos judiciales, dos provincias eclesiásticas y tres concellos es un territorio que forja carácter porque si no te puede entrar una locura administrativa. Puedes quedarte majara, como los habitantes de algunas zonas de Aragón, pirados por el efecto del viento mistral.

Feijóo dio sus primeros pasos en Os Peares, que es como hacerlo en muchos mundos a la vez. Eso le permitirá girar a un lado o a otro buscando mayorías, en el caso de que Galicia le diga que para experimentos de mayoría ya llegaron las dos legislaturas anteriores. En el caso de que se caiga del gobierno, la pancarta se quedará amarilla, la casa de la señora Eladia seguirá solo en pie en sus recuerdos y el séquito de bienvenida no estará. Pero, por encima de todo eso, a mí lo que más me impacta es que hasta los guías seguirán poniendo su lugar de nacimiento como reclamo turístico.

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