Opinión

De pendellos y niveles

“¡Vete, vil adulador¡ ¿Por qué me corrompes 

con la miel de tus alabanzas?”

(“Así habló Zarathustra”)

Si el nivel político, institucional y programático que la Xunta y el PP consideran adecuado para Ourense es la "gestión" que perpetra a diario el "Gobierno letal" que nos endilgaron y sostienen desde hace dos años en el Concello, el Pendello de Feijóo es la consecuencia lógica del "valor" que para el presidente tiene la ciudad y del lugar que ocupa en sus prioridades. 

Si comparamos nuestro Pendello –y la deconstruida Intermodal con la que amenazan completarlo– con los proyectos de Vigo, Coruña o Santiago, vemos con mayor crudeza el puesto que ocupamos en ese ranking del interés gubernamental, autonómico o estatal: hoy mismo he recibido del Ministerio de Fomento respuesta a alegaciones presentadas hace un año contra el proyecto recortado, confirmando la resolución ministerial de 10 de diciembre que aprueba “definitivamente” el estudio informativo. 

De manera que Ourense tiene el mismo interés para la Xunta que para el Gobierno: ninguno. Y el Concello, ni está ni se le espera. 

El clamoroso silencio y hasta algún tímido elogio sobre eso que con manifiesta exageración rotulan como “nueva” Estación de Autobuses, solo puede deberse al colosal desistimiento ciudadano ante los despropósitos que hipotecan nuestro futuro, o a la comparación con el chabolismo tercermundista del viejo apeadero de O Pino. 

El mutismo cómplice de los diputados y senadores del PP y PSOE que, al parecer, “representan” a Ourense en Santiago y Madrid, se entiende mal. O quizás se entiende demasiado bien si –como Nietzche puso en boca de Zarathustra– “quien alaba se imagina que devuelve, pero en el fondo espera que le den más". Pero para quien no aspire a cuidar dignidad parlamentaria alguna, resultaría liberador decirlo sin eufemismos: el Pendello es una mierda. 

Por suerte, sin embargo, no es una mierda irreversible. Aún. 

La propuesta de los empresarios para construir la estación de mercancías del Polígono apunta con tino a la oportunidad para “liberar” 140 mil metros cuadrados de suelo ferroviario en A Ponte y aprovechar la integración de la Alta Velocidad para reordenar esa zona. Es, justamente, lo que proponía el plan de 2011. De manera que bienvenida la propuesta empresarial, y no importa que llegue 10 años tarde si aún llega a tiempo.

Lo más grave del Pendello no es que revele la ausencia de grandeza de quienes lo impulsan, grandeza no exigible a todo el mundo pues sabido es que ni Salamanca ni Santiago prestan lo que Natura no da. Tampoco su roma visión de futuro, esta sí exigible a quien gobierna, que debería traerla de serie. Lo peor del Pendello es que refleja la mentalidad política cutre de sus promotores y cómplices. Una política low cost sin horizontes, triste heredera de la Galicia de galpones de bloque y uralita con indescriptibles cierres de herrumbrosos somieres.

Si por un golpe de suerte logramos que esta generación de gobernantes ciegos no haga nada más, antes de hacer algo irreversible, igual estamos a tiempo, y puede que una nueva generación política recupere el sentido común y no ponga un parche en un proyecto destinado a durar un siglo. Hasta entonces, es mejor ir trampeando, sin hacer nada más, nada en absoluto. Y llegado el momento, no será un empeño desmontar las dos pérgolas y los cuatro paneles del Pendello para trocearlos y aumentar el parque de coquetos conjuntos de marquesina y banquito con el rótulo "Deputación de Ourense" que jalonan la provincia.

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