Dicen que donde hay una crisis hay una oportunidad. Eso dicen. Lo cierto es que la dificultad agudiza, unas veces, el ingenio y, siempre, la capacidad de sufrimiento y de resistencia. Saben mucho de estos los empresarios que durante años vivieron del intenso flujo de viajeros que recorría a diario la N-525 y un día vieron como la A-52 les arrebata, eso creían, su futuro. Quince años después siguen vivos, al pie del cañón y de la carretera. Precisamente ahora se oxigenan con la llegada de los trabajadores que realizan las obras de la alta velocidad ferroviaria. Han sabido adaptarse, sufrir, esperar y aferrarse a las oportunidades que surgen por pocas y efímeras que sean. La clave, la resistencia, y en eso, está demostrado en el tiempo, es difícil derrotar a un ourensano.
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