Opinión

De Voltaire a Volter

Se publica que en agosto de 1963, cuatro meses después del fallecimiento de Vicente Risco, fue inaugurado el Volter. Aparte de la imperdonable desidia de haber permitido que se derrumbase este bar del Eirociño, O Tucho, convertido en homenaje heterogéneo al autor de “O Porco de pé”, cuantas veces, sin duda con la mejor intención, se recoge memoria de segunda o tercera mano, las falsas afirmaciones, medias verdades e inexactitudes incrementan el montón de cascotes bajo el cual desapareció enterrada la tasca vuelta mito en su acepción peyorativa.

De aquel grupo de cotidianos contertulios de Risco quedamos tan pocos que sobran los dedos de una sola mano para contarnos. Pero quedamos algunos testigos directos y somos, por tanto, la única autoridad a la hora de referir los hechos y sus circunstancias. Desmontemos varios de los mitos en torno de este curruncho, que decía Ferro Couselo.

-O Tucho se hizo familiar entre nosotros, los jóvenes llamados artistiñas aunque varios no lo fuésemos, porque Antón Risco había sido condiscípulo de Tucho y lo apoyó en su feliz iniciativa, cimentada sobre todo en el trabajo infatigable, el talento culinario y la simpatía de Conchita, su mujer.

-Don Vicente no iba todos los días, ni mucho menos, al bar próximo a su casa natal. Las últimas tertulias del maestro discurrían a la hora larga del café, primero en El Cortijo y luego en El Parque, bajo los auspicios de don Arturo y nuestro inseparable Julito Losada, por lo que se refiere al café del Paseo, y del hoy apenas recordado injustamente Ernesto Gómez del Valle, intelectual y caballero de la mejor ley, frente al Parque de San Lázaro.

-Lo de Voltaire se lo puso Risco no por un café de Zürich, sino por el cabaret donde nació nada menos que el dadaísmo. Acisclo Manzano, con muy buen criterio, sugirió que el nombre se escribiese con ortografía fonética.

-El testimonio risquiano del Entroido –él no utilizaba nunca la forma antroido- fue reproducido, en primoroso grafiti, a la entrada de la sala larga con mesas, justo a la izquierda. Por cierto que en una publicación de años más tarde se transcribía el texto mutilado en algunas de sus estrofas.

-En los muros del Volter había pintura, poesía, frases, etc de muy desigual valor. Destacaba, ocupando todo el lienzo del fondo, el mural de José Luis de Dios, desde donde nos presidían Baldonio, Celidonio y otros personajes de la inmarcesible obra literaria del creador de “La puerta de paja”.

Lo que se inauguró, valga el verbo, en agosto del 63, fue una pretendida galería de arte Volter.

Sucedía que, pese a las insensateces vertidas por algunos sobre el gran pensador de la calle de Santo Domingo, escritores y artistas, pero también escritorzuelos y artisteros, perdían el culo con tal de ver colgadas sus cosillas de las paredes de O Tucho-Votaire-Volter.

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