Opinión

Carta de un gallego al Papa (que nunca llegará a su destino)

Santidad:

En un ejercicio de imaginación, el 20 de febrero del 2013 publiqué en este mismo medio un modesto artículo que titulaba “Qué le pediría a Benedicto XVI si me recibiera en audiencia”. Le pedía muchas cosas que a mi juicio conviene cambiar en esta Iglesia del Señor que “se le estaba escapando de las manos”. Terminaba pidiéndole “que influyera ante los cardenales más sensibles a los problemas que afectan a la iglesia para que eligieran un nuevo papa no forzosamente joven, pero sí renovador; que si fuera necesario convoque un nuevo concilio y dicte las normas necesarias para adaptar la Iglesia a los nuevos tiempos y reconquiste a la cristiandad. Que conquiste a los jóvenes y que para él, invocando al Santo Cura de Ars, los pobres constituyan el tesoro de la Iglesia. Incluso deshaciéndose de parte de los bienes materiales no dedicados al culto. Y para dar ejemplo, y como punto de partida, ordene que su anillo papal pueda ser subastado y que el dinero que se obtenga se destine a paliar la hambruna de tantos niños que se están muriendo en los brazos de los abnegados misioneros”.

Esta carta, que fue publicada unos meses antes del cónclave que elevó a la silla de Pedro a Francisco, cargada de buenos deseos, no llegó nunca a la sede del papa. Pero sí se cumplieron muchos de ellos. Y estoy seguro de que se irán cumpliendo el resto, porque cuando fue redactada, la Iglesia estaba atravesando un mal momento y el Espíritu Santo no estaba dormido, ni siquiera traspuesto. Y me escuchó e inspiró a los cardenales en la elección de un papa bueno, cercano, sencillo como Francisco de Asís, amante de los pobres, reformador y santo. Su primer milagro ya está realizado: que la cristiandad recobre la fe, la esperanza de que su labor al frente de la Iglesia sea continuar la acción de Jesucristo y se convierta en el Buen Pastor del Evangelio de Juan y que, finalmente siga el ejemplo del Santo Cura de Ars, para quien los pobres son el mayor tesoro de la Iglesia. No han sido sólo intenciones, ni gestos, lo que ha hecho Francisco en el año que lleva desempeñando la cátedra de Pedro. Fueron hechos, y muy importantes, pero faltan otros muchos que le iremos pidiendo y que llegarán a él a través de ese gran inspirador, el Espíritu Santo. En este caso, clamé al Cielo y me escuchó.

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