Opinión

Un secretario gallego para el rey Felipe

Nos ha llenado de satisfacción la noticia de que el gallego Jaime Alfonsín será confirmado como secretario del nuevo rey de España, Felipe VI. No es nuevo que un rey de España se decante por un gallego para el desempeño de tan importante papel, que requiere, entre otras cualidades, la prudencia, el sigilo, el trabajo duro y sin descanso, la fidelidad y, hasta donde pueda llegarse, el sentido de la amistad.

Pero no es a Alfonsín al que quiero referirme, ni al actual príncipe de España y próximo rey Felipe VI. Mucho antes, otro rey de España y de un imperio en donde no se ponía el sol nombraba a otro gallego secretario de Estado. Gallego, ourensano y valdeorrés de Outarelo, Andrés de Prada y Gómez de Santalla. Andrés de Prada ya estaba al servicio de Juan de Austria desde 1568, participando en las guerras contra los moriscos y en la batalla de Lepanto. Al fallecimiento de Juan de Austria, ya era su secretario. No se mantuvo inactivo nuestro paisano, porque el marqués de Villafranca le nombró gobernador de sus estados. A la muerte de Escobedo, el rey Felipe II lo llamó para que aceptara el cargo de secretario de Guerra para España y el Norte de África y secretario personal.

Muerto Felipe II, el nuevo rey, Felipe III, le confirma como secretario del Consejo de Estado para Francia, Flandes y Alemania, pasando a ocupar más tarde la Secretaría de Estado para Italia, manteniendo la Secretaría de Guerra que venía desempeñando desde su antecesor en la Corona.

Debió desempeñar estos cargos con tal diligencia que el monarca le nombró caballero de Santiago y comendador de Ocaña, con derecho a crear su propio señorío en la localidad de su nacimiento, convirtiéndose así en el primero señor de la Casa de Outarelo, de cuyo palacio solo quedan poco más que las cuatro paredes. Sus restos reposan en el panteón familiar de la iglesia de Vilanova.

Estamos, pues, orgullosos de que un gallego ostente la secretaría de Felipe VI. Sin olvidarnos de que otro gallego, entre los siglos XVI y XVII, ya lo fuera del príncipe Juan de Austria y de los reyes Felipe II y Felipe III.

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