Opinión

Las últimas letras que escribió Lauro Olmo

El pasado viernes, 19, se cumplían veinte años del fallecimiento de Lauro Olmo Gallego, uno de los más importantes dramaturgos españoles del siglo XX, ganador, entre otros, de los premios literarios Leopoldo Alas, Valle Inclán, Larra, Nacional de Teatro y Alvarez Quintero, de la Real Academia Española, por su obra “La camisa”. Quizás es la más conocida de sus creaciones. Fue traducida a varios idiomas y representada en diferentes países y nacionalidades, siendo una asignatura pendiente nuestra. Un gallego Premio Nacional de Teatro que, si bien escribió casi toda su obra en castellano, nadie duda de su galleguidad. Hablaba en la lengua de todos los españoles, pero su corazón estuvo siempre en Galicia. Es verdad que su pueblo le dedicó una plaza, un instituto y un teatro, que el Instituto de Estudios Valdeorreses le nombrara Miembro de Mérito y Valdeorrés Ilustre y colocara una placa en la casa donde nació y que se le rindieran varios homenajes por parte del Concello y de otras asociaciones. Falta el más importante para un autor: que se represente su obra. Que el Centro Dramático Galego retome la posibilidad de representar alguna de sus obras teatrales. Así, Galicia cumplirá con uno de sus escritores más importantes y también con los gallegos.

A Lauro olmo nunca le tembló el pulso cuando tuvo que escribir contra la injusticia, la sangría e la emigración, la clase política y el sistema que le tocó vivir y padecer. Su inspiración era su pueblo, que estaba sufriendo, y se mezclaba con él. Como las actuales víctimas que, por desgracia frecuentes, nos insensibilizan, Lauro fue un desahuciado de su casa, en Madrid, en la que resistió el acoso de las palas y las grúas hasta que no pudo más. El pulso le tembló, sin embargo, cuando escribió sus últimas palabras, le tembló porque ya no tenía fuerza física para hacerlo con la energía de siempre. Y quizás, también le tembló por la emoción que suponía dedicar uno de sus libros: “Tituladlo como queráis”, a su íntimo amigo, el que fuera sacerdote y, ya secularizado, periodista, Baldomero García. “Para Loli y Baldo, mis amigos, mis colegas, con el abrazo de Lauro, 16 de junio 1994”. Fueron escritas tres horas antes de caer en un coma profundo del que no salió.

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