Opinión

¿Y de qué nos quejamos?

Leo una entrevista del joven actor Juan José Ballesta en la que afirma que "la Vero" (su mujer) ya no tiene que trabajar, que para eso está él.  Que si quiere ponerse unas mechas y "hay dinero bien, y sino, que se aguante, pero nada de trabajar".

Y este actor roza  la treintena. Reconozco que me estremezco. Veo el vídeo mediante el cual los policías nacionales de Jaca aprenden  primeros auxilios y me cuestiono cuál será su labor después de tal aprendizaje. Cuando me vean en apuros, ¿tendrán que besarme? ¿qué esperarán  de mí para atenderme?  Quizás se trate de nuevas técnicas de salvamento a las que, por edad, no he llegado, pero por si acaso me compraré lencería nueva. Me indigno.

Escucho las justificaciones de la psiconosequé que ofrecerá un curso por 45 euros a las prostitutas para que sean mejores en su oficio, y en el que, entre otras cosas, enseñarán a  decir no a un cliente cuando éste no les guste. Estoy segura de que la mayoría saben cómo hacerlo, el problema es que no pueden, porque tan solo de eso  dependerá muchas veces que las dejen seguir con vida. Siento una fuerte  sensación nauseábunda. Cada día se va haciendo más visible y más fuerte el camino que lleva hasta el abandono del mundo laboral para comenzar uno nuevo que lleve  a la mujer sumisa, cuyos secretos tan bien explican en un libro. A lo mejor nos hacía falta, a ver si hemos perdido la perspectiva de las cosas importantes como consecuencia  de tanto estudio, tanta igualdad y tanta independencia.

Qué pena. Cada día un pequeño paso atrás, tan pequeño que casi es invisible, hasta que, inevitablemente hayamos caído al barranco. ¿Será verdad que estamos un poco desquiciadas, que hemos perdido el norte, que ya no tenemos sentido del humor, que no nos gustan las pruebas de amor?. Que hay más romántico que el otro te diga que te mata si lo dejas?; que es más gracioso que ganar mucho menos que tu compañero al mismo trabajo?; que es más serio que seguir aguantando comentarios y falsos estereotipos que te hacen de menos?. Yo confieso que he perdido mi gracia natural, no me río ante el número de muertas de este año; ni soy comprensiva con leyes que anulan mi capacidad de decisión. Pero no me tomen en serio, soy mujer , y ya se sabe cómo nos ponemos por nada.

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