Opinión

18F: Totum revolutum... o tranquilidad

Tranquilidad: Estado en el que nos liberamos de nuestras principales preocupaciones, miedos, estrés y sufrimiento. Significa ser conscientes de las maravillas de la vida. 

Totum revolutum: Todo revuelto, revoltijo. Se utiliza para referirse a situaciones de confusión o caos. 

Y no tenemos que ir muy lejos para comprobar un claro ejemplo de los peores “totum revolutum”. Ahí tenemos al Gobierno de Pedro Sánchez, en el que los prófugos, como Puigdemont, son los que mandan, los que imponen su criterio y condiciones. Y el sanchismo, apoyado y jaleado por sus socios-cómplices de formaciones como Sumar, ERC, Junts, EAJ-PNV, EH Bildu, BNG y Coalición Canaria, es el instrumento del que se sirven todos ellos. Y ¿quiénes son los pagafantas entonces?. Pues todos nosotros, los 48 millones de españoles y españolas que tenemos que sufrir a toda esta tropa de vividores de lo público a cuenta de nuestros impuestos. 

Tristemente, España es hoy un claro ejemplo de confrontación, rencores, división, desigualdad entre iguales y un largo etcétera de despropósitos de todo tipo y ámbito. Y es que ¡Hacienda ya no somos todos! Solo unos cuantos. El resto tienen su fiscalidad a la carta con CCAA de primera y segunda categoría . El empresariado y los autónomos ya no somos los creadores de empleo, pujanza y ejemplo para todo un país, ahora ya solo somos el enemigo demonizado a batir y a esquilmar fiscalmente. La Justicia ya no es igual para todos, ahora hay una Justicia redactada a la carta y aprobada por Sánchez y sus comparsas, para que prófugos de la misma y presuntos terroristas sean amnistiados de inmediato ante cualquier hecho presuntamente delictivo. Y para el resto de ciudadanos, ante cualquier posible infracción cometida, que caiga todo el peso de las leyes vigentes. Desigualdades aberrantes en un Estado de Derecho. 

El 18 de febrero elegimos entre seguir viviendo tranquilos en nuestra Galicia, o caer en el peligroso juego de los intereses partidistas de un grupo variopinto de formaciones políticas con todo lo que eso conlleva. Soy consciente de que muchos gallegos y gallegas (uno de cada tres) aún no tienen decidido su voto por diversas razones. Pero les pediría una reflexión, una profunda reflexión. Estamos hablando de Galicia, de nuestra tierra, de nuestras ciudades y pueblos, de nuestro hogar. De nuestro entorno más inmediato, de nuestro presente, de nuestro futuro y de nuestras descendientes. Claro que se pueden, y se deben, hacer las cosas mejor. Claro que debemos ser autocríticos, constructivos para mejorar todo lo mejorable. Y claro que hay que modificar y actualizar políticas, como la de vivienda, por nombrar una de ellas. Pero pensemos y reflexionemos sobre lo que queremos con rigor. Y sí, también tenemos un claro ejemplo de nula y nociva gestión de lo público, de despilfarro de los dineros públicos en nuestra propia ciudad, fruto, eso sí, del enorme hastío de la ciudadanía generado por la frivolidad, incompetencia, ineficacia, ineficiencia e inutilidad de alcaldes anteriores, así de clarito. Pero el pasado no lo podemos cambiar, ni modificar. Pero de nuestro presente, y nuestro futuro, aún somos dueños. 

No nos equivoquemos una vez más, porque puede ser nuestro último cartucho. Reflexionemos... y votemos el 18 de febrero. 

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