Opinión

Por fuerza, que no por calidad

COB y Lleida compitieron por igual. Ni el más mínimo atisbo de superioridad técnica del Lleida. Sí en 'fortaleza'.

Ambos equipos se manejaron conforme a la condición de sus bases. Estilista y creador el ourensano Rivero, más fuerte y vigoroso Simeón. De tal modo el conjunto ourensano fue dominador en lo sistematizado, con ese pase de más que asegura en mayor medida el acierto anotador, para disfrute de una grada entregada y más numerosa que nunca. Incluso a inicios del tercer periodo, para disgusto del técnico ilerdense que, aquellos más cercanos a su banco, veíamos desgañitarse reclamando más intensidad. No contento con ello introdujo a quienes podían interpretar y hasta extremar este apartado, Kaldre (3 faltas en 5 m.), Alzamora... surge algún que otro codazo  y el despuntar del 'musculado' Fakuade, quizá falto de centímetros para pívot, pero sobrado de torso contra el que percutía -física y anímicamente- de manera obstinada Rejón. Aquí habría que indicar que los árbitros siempre penalizan más un mínimo apoyo de las manos que un posible desplazamiento con el cuerpo, y de ello se benefició el Lleida.

En la aspereza se desajustó un tanto un  COB. Para, con el esfuerzo como argumento táctico,  reaccionar y ofertar unos instantes finales plenos de intensidad. La fijación de Brothers, a quien siempre querría en mi equipo, aún sin estar en su mejor condición física, por estética y firmeza, si no el mejor uno de los mejores defensores de la Liga, aunque esto poco se valora, las recuperaciones de Rivero o Fieler, impidiendo que los preponderantes interiores del Lleida recibieran el balón, junto con la decisión de Suka Umu, fueron argumentos esperanzadores hasta último momento. Pero ya no fue posible.¿Lo más justo? El empate. Pero como no vale...

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